Mientras se reúnen y negocian, asesinan a otro soldado armenio
Las negociaciones entre Armenia y Azerbaiyán continúan en distintos formatos y con la mediación de Rusia y Occidente, pero ello no impide que la situación en la frontera se mantenga tensa.
Redacción NOR SEVAN
Intentando quitarle a Moscú el rol mediador protagónico entre ambos países de Transcaucasia, Europa cumple el papel que le asignó el titiritero -Estados Unidos- en esta confrontación a "todo o nada" de Occidente contra Rusia. Ni siquiera les importa financiar, armar y proteger al fascismo y a los fascistas. Todo vale para Estados Unidos, Europa y la OTAN en esta cruzada anti-rusa, cuyo principal objetivo es mantener el status-quo vigente, es decir, el control hegemónico de los grupos de poder político-económico-financiero-militar-industrial-comunicacional liderados por el imperialismo yanqui.
En este reparto de roles, el pasado 31 de agosto el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, recibió en Bruselas a los líderes de Armenia, Nikol Pashinian, y Azerbaiyán, Ilham Aliyev.
Finalizada la reunión, el vicepresidente de la Comisión Europea, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, comentaba en su página oficial de Twitter: "Es importante continuar el trabajo y los esfuerzos para avanzar en el tema del acuerdo de paz, como así también en los campos humanitario y de comunicaciones. La Unión Europea sigue estando plenamente involucrada a favor de un Cáucaso Sur pacífico, seguro y próspero".
"Creo que podemos preparar y firmar un acuerdo de paz dentro de unos meses", decía el presidente de Azerbaiyán en una entrevista con el diario italiano Il Sole 24 Ore, días después del encuentro.
Según Aliyev, el resultado más importante de las negociaciones en Bruselas es un acuerdo sobre una reunión de ministros de Relaciones Exteriores "con miras a iniciar negociaciones prácticas relacionadas con un acuerdo de paz". Según el mandatario azerbaiyano, el documento se basaría en los cinco principios básicos propuestos por Bakú. Aliyev no hizo mención a las propuestas de Ereván, solo señaló que Armenia aceptaba los principios de Azerbaiyán.
Rapidamente salió al cruce de estas declaraciones el canciller armenio Ararat Mirzoyan, que reafirmó que "no hay nada inaceptable en las propuestas de Azerbaiyán para los armenios", pero enfatizó que las mismas "no cubren todos los temas de la agenda armenio-azerbaiyana".
"Con nuestra respuesta enviada a los países copresidentes del Grupo de Minsk de la OSCE, completamos la agenda y, sobre esa base, estamos listos para continuar con las negociaciones de paz", subrayó el ministro de Relaciones Exteriores de Armenia.
Y si bien estas diferencias pueden parecen lógicas y normales en un proceso de negociación, en este caso puntual se transforman en motivos de enojo para la parte azerbaiyana, que se muestra soberbia y dispuesta a imponer sus condiciones.
Pero los buenos negocios -mutuos- que hace con Europa, Estados Unidos, Rusia, Israel y Turquía, parecen no alcanzarle a Bakú como "moneda de cambio" para cumplir con el objetivo que se había dado al inicio de la guerra de septiembre de 2020: tomar el control de la totalidad de Karabaj y vaciarla de armenios. Ni una ni la otra.
Junto a la determinación del pueblo armenio para no abandonar sus territorios históricos, hubo otro motivo que impidió la concreción de ese objetivo nefato azerbaiyano y fue, primero, la mediación de Moscú desde el inicio mismo de la guerra; y luego, desde que se acordó el cese de fuego, la presencia en Karabaj del contingente ruso de paz.
La presencia militar rusa en Artsaj no sólo se convirtió en uno de los elementos principales que hacen a la seguridad de la población civil armenia, sino también en verdadero escollo para los planes de Occidente, del panturquismo y del sionismo.
Los permanentes ataques azerbaiyanos sobre posiciones defensivas armenias y sobre las franjas neutrales controladas por las fuerzas rusas de paz, tienen como objetivo mantener tensa la situación en la región y provocar -en cualquier momento- una escalada militar añorada por Occidente, que trata de abrir un segundo frente que ayude a dispersar las fuerzas rusas que combaten al fascismo en Ucrania.
Mientras se suceden las declaraciones en favor de las negociaciones para comenzar a elaborar un tratado de paz armenio-azerbaiyano; mientras Pashinian, Aliyev y las máximas autoridades de las distintas potencias y bloques regionales aseguran que están poniendo lo mejor de sí para avanzar en esa dirección, entre el fin de semana pasado y hoy, Azerbaiyán casi que no dejó pasar un día sin atacar.
Todos los días, distintas unidades de las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán abrieron fuego sobre posiciones armenias e inmediatamente denunciaban que "los armenios atacaron" y ellos "respondieron los ataques". Cada denuncia azerbaiyana fue desmentida por el Ministerio de Defensa de Armenia y también por la realidad: vehículos militares armenios resultaron dañados por uno de los ataques y un soldado conscripto armenio de 20 años, Armán Sargsian, resultó muerto por un disparo en la cabeza.
¿Será posible firmar la paz entre Armenia y Azerbaiyán mientras sigue habiendo muertos? ¿Formará parte de ese acuerdo la solución del conflicto de Karabaj? ¿Y quién decide por el pueblo de Artsaj si sus representantes no están en la mesa de negociación? ¿De qué paz puede hablarse, mientras poblados armenios son abandonados por sus habitantes porque pasan a depender administrativamente de Azerbaiyán?
Las autoridades y el pueblo de Artsaj (Karabaj) ya lo dijeron una y mil veces: pasar a formar parte de Azerbaiyán no es la solución. Por el contrario, significará el vaciamiento de armenios de sus territorios ancestrales, nuevas matanzas, la pérdida definitiva de Artsaj y la posterior desaparición de Armenia.
Entonces, ¿qué se está negociando, en nombre de quién y para beneficio de quiénes?
Como se vienen sucediendo los acontecimientos, Armenia y Artsaj están al borde del precipicio y sus autoridades parecen más preocupadas en "salvar" sus propios pellejos que en pensar en cómo garantizar la seguridad del Estado y del pueblo.
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