Cuarentena y voluntariado en Armenia
¿Cómo es volver después de diez años y estar en cuarentena por un mes? ¿Cómo es vivir, trabajar y construirse en esta tierra desde el aislamiento? La mirada de Andrea Tchabrassian.
Por Andrea Tchabrassian
Nadie habría pensado nunca en viajar a una ciudad nueva y quedarse por dos meses encerrada en una casa. Pero así fue.
Llegué a Armenia el 11 de marzo para realizar el voluntariado de Birthright Armenia. Al día siguiente, después de una charla de orientación en las oficinas de Ereván, me trasladé a Guiumrí.
A dos días de mi llegada, me sorprendió -o no tanto- la decisión del aislamiento preventivo para todxs los voluntarixs del programa. Al principio, la sensación del apocalipsis era indestructible, me cuestioné durante varios días si había tomado una buena decisión. Sinceramente si me daban a elegir donde quería pasar el “fin del mundo”, probablemente habría elegido cerca de mi familia.
Birthright ofrece a todxs los voluntarixs la posibilidad de pasar su estadía con una familia. Lo que iba a ser una cena a diario con una familia típica armenia, se convirtió en un montón de desayunos, almuerzos, cenas y fines de semana con gente que desconocía por completo. Ellxs tampoco esperaban tenerme todo el día ahí sentada, pidiendo que me enseñaran cómo cocinar comidas armenias o preguntando cómo se decía tal o cual cosa. Ellxs no esperaban tener que estar en silencio, mientras yo en la cocina mantuviera mis clases de armenio online, los havaks, los Foros y las reuniones de trabajo. Nadie se lo esperaba, pero así sucedió.
Por suerte, todxs lxs voluntarixs nos alojamos en el barrio de “Aní 58” a 15 minutos de la ciudad de Guiumrí, lo que nos permitió dar algunos paseos por la naturaleza cuando el clima lo permitía. Con el correr de las semanas fuimos aprendiendo a comunicarnos y a entender las diferencias entre nuestras culturas. Si bien todxs somxs armenixs, las diferencias abundan. (Recomiendo fuertemente a quien quiera realizar esta experiencia, alojarse en una casa de familia. Si bien en algunos momentos pueda tornarse un poco complicado, el saldo, en cuanto a cariño, cuidado, aprendizaje, y claro que sí, algunos kilos de más, es un saldo positivo). En cuanto a la pasantía laboral, no me esperaba viajar catorce mil kilómetros para hacer un trabajo online, pero lo más sorprendente de todo es que fue y es un trabajo fantástico. Trabajar para Historic Armenian Houses (HAH) es un laburo por de más interesante. Es una ONG que, mediante el análisis de la arquitectura y el arte de Gyumrí, intenta crear un sistema de lenguaje de patrones para en principio entender cómo y bajo qué influencias se construyó la ciudad y en segundo lugar, para poder seguir construyendo y reconstruyendo sin perder los orígenes de la arquitectura vernácula y no convertir a Guiumrí en una foto postal de una ciudad del mundo en la cual no se pueda identificar sus orígenes y su cultura tan valiosa.
Como arquitecta y como armenia, me resulta interesante entender cómo estamos construidxs y cuál es nuestrx bagaje de conocimiento con el que venimos.
El trabajo empezó con la elaboración de documentación gráfica de un edificio de patrimonio histórico de Guiumrí. A medida que fueron pasando las semanas y las reuniones con mis coordinadoras, el trabajo se tornó cada vez más interesante, al punto que hoy me encuentro realizando un documento de análisis de obras de arquitectura, para poder sumar conocimiento al proyecto de la creación de un lenguaje de patrones de arquitectura vernácula de la ciudad. Es por este motivo que aunque dejé Guiumrí hace algunos días, elegí seguir participando y colaborando desde Ereván, con el proyecto de Historic Armenian Houses.
En este momento me encuentro en la capital de Armenia comenzando con la segunda mitad de mi voluntariado. La primavera se hace cada vez más presente, y las restricciones de aislamiento van cediendo de a poco. No tengo dudas que a pesar de las circunstancias mundiales esta es y será una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida.
Volver a Armenia, en mi caso, después de diez años, con otra mirada y otra mentalidad, es una constante apretura de posibilidades, siento continuamente que no vine a ver la Armenia melancólica que buscaba allá por el 2010. Esta vez no vine a visitar los monumentos que estudié en la escuela. Esta vez intento generar un vínculo de mi vocación, que es la arquitectura, con mis orígenes, que es la armenidad.
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