Armenia: la violenta represión de ayer contada en primera persona (fotos)

Policías, agentes del Servicio Nacional de Seguridad, integrantes de fuerzas militares especiales y armas no convencionales para este tipo de manifestaciones fueron la respuesta del gobierno de Pashinian a las protestas pacíficas.

Redacción NOR SEVAN

La violenta represión desatada ayer, miércoles 12 de junio, por la policía de Armenia contra los manifestantes que protestaban frente al edificio de la Asamblea Nacional, dejó como lamentable saldo 101 heridos de distinta gravedad, 16 de ellos siguen internados y a uno le fue amputada la mano. Fueron detenidas más de sesenta personas, quienes aún hoy permanecen en dependencias policiales.

Alisa Guevorguian, madre del soldado Davit, mártir en la guerra de los 44 días por la autodeterminación de Artsaj, fue una de quienes sufrió en carne propia el accionar despiadado de las fuerzas de seguridad armenias.

Alisa comentó que en un momento de la tarde se encontraba frente al cordón policial y se sintió mal, por lo que se sentó sobre el asfalto tratando de recomponer fuerzas y su estabilidad. A los pocos minutos, la policía decidió avanzar sobre la multitud y no les importó que ella estuviera allí sentada. Literalmente, la pasaron por arriba.

“Yo estaba sentada justo en frente de ellos, es decir, la policía vio que me sentía mal y me senté. De pronto, todo se transformó en un caos. Empezaron a avanzar con escudos, sin mirar que había una persona ahí, simplemente empujaron brutalmente a la gente y resultó que tanto los policías como los manifestantes se me cayeron encima. Estaba en el suelo, con gente encima mío y no podía salir por mi cuenta. Ningún policía intentó ayudarme”, señaló Alisa Guevorguian.

La mamá del soldado mártir reconoció que ella no era uno de los objetivos de los represores, pero afirmó que muchos otros sí lo eran, como por ejemplo Abraham Guevorguian. “A él lo distinguieron entre la gente y lo golpearon por demás, lo atacaron, le golpearon la cabeza en el suelo”, enfatizó Alisa, subrayando que las fuerzas policiales “primero aíslan al que agarraron entre 10 y 15 personas y luego la atacan y aplastan”. Dijo también que los policías se comportan de manera muy agresiva con los curas, a quienes insultan, zamarrean para romperles sus vestimentas y golpean con dureza. “Una mujer fue arrastrada y le sacaron el hombro de lugar”, agregó.

Alisa Guevorguian narró sus vivencias durante la jornada represiva vivida ayer en Ereván y mucho de lo que ella vio no fue nada distinto a lo que sucede en otras partes del mundo, como también sucedió el mismo miércoles en Buenos Aires.

“Ví con mis propios ojos cómo la policía arrojaba botellas vacías contra los manifestantes, que estaban tranquila y en silencio”, puntualizó Alisa. “Es evidente que sus provocadores vestidos de civil entraron entre la gente y dieron inicio a los enfrentamientos. Parecían decididos a causar el mayor daño posible. Esas medidas especiales que utilizaron contra quienes arrestaban, provocaron heridas muy profundas. Vi gente con heridas muy profundas, había una niña a la que no podían detenerle la hemorragia en su pierna. No sé qué usaron exactamente, pero definitivamente no eran proyectiles ordinarios. Hubo muchas personas gravemente heridas”, afirmó la manifestante.

Según ella, la represión y las acciones violentas comenzaron cuando el primer ministro Nikol Pashinian abandonó la Asamblea Nacional. Hoy, el primer ministro armenio -al igual que los gobernantes en Argentina- habló de intento de golpe de Estado y de que la policía defendió la condición de Estado y la integridad de la república.

“Parece como si tuviéramos enfrente nuestro a verdaderas bandas criminales”, dijo la mamá del soldado armenio mártir. “Atacan y aplastan a la gente de manera muy despiadada y sádica, tratando de causar lesiones muy graves. Y esto es fomentado desde el más alto nivel gubernamental”, enfatizó Alisa Guevorguian.