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Armenia, las elecciones y su futuro

Las elecciones del domingo no definen el futuro de Armenia, pero son fundamentales para iniciar un proceso que avance en garantizar su existencia como Estado y la seguridad de su pueblo.

Por Adrián Lomlomdjian


A pesar de todos los esfuerzos realizados por Nikol Pashinian y sus obsecuentes compañeros de ruta, todo indica que esta vez el oficialismo no logrará engañar a la mayoría de la sociedad. Y para eso, hubo algunos factores importantes que debemos destacar.


Por un lado, los perjudicó la participación en la campaña electoral de verdaderos pesos pesados de la política como los ex presidentes Levón Ter Petrosian, Robert Kocharian y Serzh Sargsian. Por el otro, decenas de organizaciones políticas y sociales, grandes y chicas, coinciden desde hace siete meses -o más- en la crítica a lo realizado por el gobierno de Nikol Pashinian a lo largo de estos tres años. Esta homogeneidad desde lo discursivo, si bien no logró aglutinar a la mayoría de la sociedad alrededor de un sólo candidato opositor, si logró que un sector importante de la población decidiera no votar por Pashinian, entre ellos, muchos de quienes lo habían acompañado en la denominada "revolución de terciopelo", de la que ya no quedan dudas que fue un Golpe de Estado liderado por occidente, que condujo al país a uno de los mayores desastres de las últimas tres décadas.


Pero también hubo otros factores que fueron alejando a miles de personas del proyecto Pashinian. Por ejemplo, la difusión en las redes sociales de grabaciones secretas. La primera fue difundida por Serzh Sargsian y allí se demostró que Nikol Pashinyan tuvo la oportunidad de resolver la cuestión de Artsaj sin guerra, pero hizo todo lo posible para frustrar el proceso de negociación. Otra grabación, cuyo autor y difusor se desconoce aún, puso en evidencia que no sólo los opositores están convencidos que Pashinian tiene problemas mentales. En la grabación, los que hablaron al respecto, afirmando que el primer ministro tiene serios problemas psicológicos y estaba arrastrando a todos sus correligionarios, fueron el ministro Surén Papikian y la Intendenta de Echmiadzín, Diana Gasparian, ambos miembros del oficialismo.


Por eso, en estas elecciones el primer ministro -en funciones- Nikol Pashinian no logrará no sólo cumplir su sueño de volver a tener la mayoría absoluta, sino parece que ni siquiera el de tener la primera minoría parlamentaria. Desde hace dos semanas, las encuestas ubican a Pashinian por debajo de Kocharian -cerca, pero siempre entre 1 y 3 puntos menos- y al mismo tiempo dan cuenta de un crecimiento sostenido de la Alianza Tenemos Honor, del ex presidente Serzh Sargsian, quien en menos de un mes pasó del 4 a casi el 10-12%, si bien lejos del 25-30% que le otorgan a Kocharian y Pashinian, pero con un caudal de votos importante a la hora de tener que definir quién será el nuevo primer ministro. La misma situación va para el Partido Armenia Próspera, de Gaguik Tsarukian, a quien las encuestan ubican con entre el 5 y 8% de los votos.

Para el politólogo Serguei Shakariants, ninguna fuerza obtendrán la mitad más uno de los votos, por lo que formar gobierno requerirá de acuerdos entre las distintas fuerzas políticas que logren superar el piso electoral y estar representadas en la Asamblea Nacional. "Y no hay que desestimar una segunda vuelta", sostiene Shakariants, para quien los partidos Acuerdo Civil (Pashinian) y Armenia Próspera (Tsarukian), y las alianzas Hayastán (Kocharian) y Tenemos Honor (Sargsian), se repartirán entre sí las bancadas parlamentarias. "Puede que alguna otra fuerza como el Partido Armenia Luminosa o el Congreso Nacional Armenio, de Levón Ter Petrosian, también accedan a la Asamblea, pero la mayoría de los otros partidos políticos recibirán entre el 1 y 3% de los votos", afirmó el politólogo.


A tener en cuenta, desde lo electoral, es que se mantiene entre 8-12% el número de consultados que dice que no votará por ningún candidato. También sigue siendo muy alto, por encima del 30%, el número de quienes manifiestan que no irán a votar o que aún están pensándolo. Recordemos que en las elecciones de 2018, cuando Pashinian obtuvo la mayoría, el abstencionismo superó el 50%.

"Depende de las elecciones del domingo si tendremos Armenia o no", escribió en su muro de Facebook el ex Embajador de Armenia en El Vaticano, Mikael Minasian. Y no son pocos en la sociedad armenia quienes comparten esta mirada. Lo hacen desde las distintas fuerzas políticas opositoras que se presentan para disputarle el control de país a Pashinyan y los suyos, y también desde aquellas otras que decidieron no presentar candidatos y desde una amplia franja de la población que ya decidió no ir a votar.


También se manifestó en igual sentido el ex primer ministro de Artsaj, Anushaván Danielian, quien llamó a los ciudadanos de Armenia a participar de las elecciones, porque hoy está en juego "la existencia de Armenia".


El Partido Comunista de Armenia hizo un llamado "a las fuerzas políticas para que demuestren responsabilidad y no lleven a nuestro pueblo hacia una guerra civil, simplemente para satisfacer sus ambiciones e intereses personales". Respecto a las elecciones, el PC no presentará candidatos, pero convocó al pueblo "a votar en favor de la seguridad nacional y de la preservación del Estado", enfrentando así a las fuerzas políticas que "están promoviendo abiertamente el panturquismo" e intentan cambiar el vector geopolítico hacia Occidente, los Estados Unidos y la OTAN, destruyendo la tradicional amistad y la alianza estratégica armenio-rusa.


El candidato de la opositora Alianza Hayastán, el ex presidente Robert Kocharian, también habló sobre el tema. Ayer, en un acto de campaña realizado en Vardenís, dijo que "existe una gran demanda en la sociedad para detener el funcionamiento de las organizaciones que llevan adelante actividades contrarias a los intereses del país". Según él, se creará el marco legal correspondiente para que todas esas organizaciones cumplan con lo normado o queden fuera de la ley. Analistas políticos y dirigentes vinculados a distintas fuerzas políticas no dudaron en asegurar que entre "estas organizaciones" figuran las financiadas por la Fundación Soros, decenas de sectas religiosas e incluso Radio Libertad, heredada de la guerra fría y que sigue llevando adelante a diario su política pro-occidental y anti-rusa, contraria a los intereses nacionales y a la seguridad de Armenia.


El domingo 20 de junio se vota y la realidad indica que estas elecciones no traerán ninguna solución a los problemas que preocupan y ocupan a los ciudadanos de Armenia y a los armenios del mundo. Simplemente podrán convertirse en el puntapié inicial de un largo proceso donde, ante todo, se deben definir de manera colectiva algunas cuestiones fundamentales para la preservación de la existencia de Armenia -su Estado- y para garantizar su seguridad nacional.


Durante los gobiernos de Ter Petrosian, Kocharian y Sargsian -1991 a 2018- se destruyó el enorme potencial estatal y nacional construido a lo largo de siete décadas de socialismo en Armenia, y grupos mafiosos se adueñaron de la propiedad de todo el pueblo para convertirse en amos y señores de la república libre e independiente. Todo esto lo hicieron bajo el amparo de sus socios capitalistas rusos -Yelstin, Medvedev, Putin- y occidentales, con quienes concretaron grandes negocios a costa de un pueblo explotado y oprimido, que elegía emigrar masivamente, porque de no hacerlo quedaba sometido a la pobreza, el hambre, la desocupación y el desamparo. En política exterior aplicaron el famoso "complementarismo", tratando de apoyar la cola en dos sillas a la vez -la de Rusia y la de Occidente-, sin que ello significara poner en un segundo plano las relaciones y la alianza con Rusia, ni su pertenencia a la OTSC y a la UEEA.


A partir de 2018, el gobierno de Pashinian no sólo no logró revertir el proceso de degradación y pauperización de la vida de la mayoría de la sociedad armenia, sino que le sumó a esa pesadilla la puesta en práctica de su política pro-occidental, que devino en un debilitamiento inmediato de las capacidades defensivas del país, perjudicando a la vez las relaciones con su aliado estratégico -Rusia- y poniendo en riesgo la seguridad nacional de Armenia y Artsaj.


Como se puede apreciar, estas elecciones se dirimirán entre quienes llevaron al país a esta situación: Kocharian, Sargsian y Pashinian. Ninguno propuso nada nuevo. Unos invitan a recuperar el pasado más reciente y lo mejor de las últimas dos décadas, y el otro, como si nada hubiera ocurrido, insiste en invitar a que lo acompañen a garantizar más de los mismo.

Lamentablemente, la dirigencia que piensa gobernar el país no dio su opinión sobre temas fundamentales, que tampoco discute la mayoría de la sociedad armenia, y que son prioritarios para comenzar a delinear el futuro del país. Algunos de ellos son:


-el proyecto panturquista hoy y los objetivos de Turquía;


-el rol de Azerbaiyán en el cumplimiento de los planes de la Turquía que sueña con reconstruir el imperio otomano;


-la alianza Azerbaiyán-Israel y el rol del sionismo como aliado del panturquismo y el imperialismo occidental;


-la solidaridad de los armenios a la lucha del pueblo kurdo contra el proyecto neo-otomano de Erdogan y el fascismo turco;


-el desarrollo y fortalecimiento de la amistad armenio-árabe y armenio-palestina;


-la agudización de la disputa entre Rusia y Estados Unidos/Europa/OTAN, y el rol de Armenia y los armenios;


-la profundización de la alianza estratégica con Rusia y de los lazos de amistad y cooperación con Irán y China, como aspectos fundamentales para garantizar la seguridad y el desarrollo de Armenia y Artsaj.


Entre otras cuestiones importantes (los prisioneros de guerra que siguen en Bakú, las unidades militares azerbaiyanas que siguen en territorio armenio, la delimitación y demarcación de las fronteras, la cuestión de Karabaj) los enumerados son los temas que debe discutir y definir el pueblo de Armenia. Y nosotros, desde nuestros países y espacios, debemos sumarnos al debate como parte indivisible de un mismo colectivo nacional preocupado por garantizar la preservación de la identidad armenia en un mundo sin explotación ni opresión, donde la paz, la amistad y la solidaridad entre los pueblos guíen las relaciones humanas.

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