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A 101 años de la Revolución Socialista en Armenia

El 29 de noviembre de 1920, los bolcheviques armenios entraron triunfantes a la ciudad de Icheván y se declaró a Armenia como República Socialista Soviética.

Foto: Armenpress History

Redacción NOR SEVAN


El 29 de noviembre de 1920, los bolcheviques armenios ocuparon la ciudad de Icheván, sin resistencia, ya que los militares encargados de controlar la frontera se unieron a la Revolución. Aquella jornada, se publicó el primer documento oficial y se declaró a Armenia como República Socialista Soviética. Firmaron: Simón Kasian (Presidente), Avedís Nurichanian, Alexander Begzadian, Isahak Dovlatian, Askanaz Mravian e Isahak Der Kaprielian. Así, se inició un periodo Renacimiento Nacional y Social que duró siete décadas.


Con el triunfo de la Revolución en la naciente República, empezó el desconocido camino de la construcción de la sociedad sin explotadores ni explotados. El nuevo Estado socialista significó para el pueblo armenio, ante todo, el verdadero resguardo para su existencia y desarrollo colectivo. En esta tierra predominaban la tragedia y la muerte, el hambre y la miseria, el desamparo y las epidemias, los enfrentamientos interétnicos y la opresión social. Allí, reinaba la oligarquía con sus matones y los oportunistas políticos. Pero, 101 años atrás, un pueblo logró convertir aquella República en orgullo de las mayorías y en legítima Madre Patria de todos los armenios y sus descendientes diseminados por el mundo.


Pocos años le bastaron al gobierno revolucionario para transformar los diez mil kilómetros cuadrados que recibió como herencia de la Primera República, en los treinta mil que comenzó a cobijar en su seno a decenas de miles de armenios refugiados que habían sufrido el genocidio en sus históricos territorios de la Armenia Occidental.


En este periodo, también se nacionalizaron los recursos naturales, el sistema bancario, el comercio exterior, las grandes empresas y todo aquello considerado vital para el desarrollo socialista del país y el bienestar del pueblo. El armenio fue declarado idioma oficial, la iglesia fue separada del Estado, la educación y la salud se convirtieron en públicas y gratuitas y, en menos de una década, se redujo el analfabetismo del 87 al 16%.

Intelectuales y profesionales, que vivían en distintas ciudades de Europa y del antiguo Imperio zarista, decidieron repatriarse ante el llamado del presidente Alexander Miasnikian, uno de los principales dirigentes revolucionarios de toda la Unión Soviética y de los más importantes líderes de Estado a escala internacional, contribuyendo al renacimiento cultural de Armenia.


Los duros años de la Gran Guerra Patria pusieron un freno temporario al incesante desarrollo de la Armenia Soviética, cuyos índices de crecimiento en las distintas esferas despertaban admiración en propios y extraños. Entre 1941 y 1945, el pueblo armenio codo a codo con sus hermanos de la URSS vencieron en una gesta heroica al nazi fascismo, que con Hitler a la cabeza -y en un principio, con la complicidad de las potencias occidentales-, intentó aniquilar la experiencia socialista, invadiendo y destruyendo la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Más de medio millón de armenios fueron al frente de batalla y cerca de trescientos mil dejaron su vida en defensa de su Patria Grande y de la libertad de los pueblos. Más de un centenar de Héroes de la URSS y de setenta mil condecorados con distintas medallas, dan testimonio de las convicciones de un pueblo, que no dudó en enfrentar al fascismo y en lograr la Victoria el 9 de mayo.


Finalizada la guerra, Armenia retomó el camino del desarrollo socialista y el pueblo mejoró sus condiciones de vida con nuevos derechos y conquistas sociales. Todo esto, en el marco de la gran familia soviética: compartiendo sueños, proyectos, realidades, territorios y discusiones comunes con millones de personas de más de un centenar de nacionalidades, distintas religiones, idiomas, costumbres y tradiciones, incluso con algunos con quienes hasta hacía algunas décadas atrás se enfrentaba en dolorosas disputas interétnicas.


La República Socialista Soviética de Armenia logró que su pueblo comenzara a reinterpretarse y reinterpretar el sentido de la vida y del desarrollo de la identidad nacional en el marco de la convivencia pacífica, la solidaridad y la cooperación socialista, donde lo más importante era la humanidad y el bienestar colectivo.

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