Azerbaiyán habla de paz y esta semana volvió a atacar Armenia y Karabaj
La agresión azerbaiyana causó la muerte de un militar armenio. También resultaron heridos un soldado y un campesino. Varios morteros cayeron junto a una escuela en Artsaj.
Redacción NOR SEVAN
Las sucesivas declaraciones realizadas estos últimos días por autoridades y funcionarios de distintos rangos azerbaiyanos no concuerdan con las acciones que llevan adelante sus fuerzas armadas, tanto en la frontera con Armenia como en el territorio de Karabaj.
El presidente Aliyev, el canciller Bayramov y el vicecanciller Jalafov son algunos de los máximos hombres de Estado azerbaiyanos que esta semana declararon una y otra vez sobre la necesidad de firmar un tratado de paz con Armenia y así cerrar la página del conflicto entre ambos países.
Sin embargo, mientras intentan ocupar espacios en la prensa mundial y ganar la simpatía de la opinión pública internacional a través de estas declaraciones, sus militares han intensificado los ataques sobre las posiciones defensivas armenias en la frontera y sobre las poblaciones civiles de varias aldeas de las regiones de Askerán y Marduní, en Karabaj.
Como resultado de estos ataques con armas de distinto calibre, un sargento de las Fuerzas Armadas de Armenia murió, un soldado resultó herido, al igual que un campesino de Artsaj, que fue herido mientras trabajaba la tierra en la parcela de su propiedad. En Karabaj, como consecuencia de los ataques azerbaiyanos que continuaron toda la semana, fueron dañadas varias casas particulares y una escuela, y fueron destruidos un tractor y varios elementos de trabajo de los campesinos armenios.
A pesar de que una y otra vez el presidente azerbaiyano y quienes lo acompañan en el gobierno repiten que están listos “para iniciar el proceso de demarcación de la frontera con Armenia sin condiciones previas”, o “para firmar un acuerdo de paz con Armenia”, somos testigos de cómo la realidad demuestra lo contrario.
Incluso a principios de esta semana, y por razones aún no esclarecidas, resultó dañado un tramo del gasoducto principal que lleva gas desde Armenia a Karabaj. Casualmente, el tramo dañado se encuentra en territorio bajo control azerbaiyano, por lo que no se descarta que haya sido objeto de un acto de sabotaje.
Sólo gracias a la intervención mediadora de las fuerzas de paz rusas, los militares azerbaiyanos permitieron que al otro día comenzaran las tareas tendientes a la reparación de la tubería. Pero antes de eso, un grupo de zapadores armenios y rusos comenzaron con las tareas de desminado del terreno que rodea ese tramo del gasoducto. Hasta el momento, y debido a los permanentes obstáculos creados por la fuerza de ocupación azerbaiyana, las tareas no concluyeron y una porción importante de los habitantes de Artsaj siguen sin gas.
“No caben dudas de que tanto los daños en el gasoducto y el retraso en los trabajos de reparación, como el comportamiento agresivo hacia la población civil de Artsaj en los últimos tiempos, tienen tintes geopolíticos. Azerbaiyán está tratando de aprovechar la situación en torno a Ucrania y emplear a su favor algunos actores internacionales”, subrayó el presidente de Artsaj, Araik Harutiunian, quien agregó: “Bakú está recurriendo a provocaciones obvias para someter a la población civil al terror psicológico y así lograr la huida de los armenios de Artsaj”.
"Los ataques militares estuvieron acompañados de otros actos delictivos, tratando de ejercer presión psicológica sobre la población, a quienes a través de poderosos altoparlantes les advertían en idioma armenio que abandonaran la aldea”, denunció la Defensora de los Derechos Humanos de Armenia, Kristiné Grigorian.
Recordemos que es invierno, que Karabaj es una zona montañosa y muy fría, y el gas resulta fundamental para calefaccionar hogares, escuelas y hospitales.
Debido a la situación existente, el gobierno de Karabaj resolvió otorgar una semana de vacaciones escolares, para que los chicos no concurran a establecimientos educativos que no pueden garantizarles las condiciones mínimas necesarias para no sufrir el frío.
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