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Demostremos que Armenia no está sola

Debemos aportar nuestro granito de arena para garantizar la seguridad de Armenia y Artsaj, logrando la solidaridad de amplios sectores de la sociedad argentina.

Por Adrián Lomlomdjian


La situación en Armenia y en toda la región es más que preocupante. No son pocos quienes (amigos, compañeros, analistas internacionales) nos alertan sobre la posibilidad concreta de otro inminente ataque azerbaiyano sobre Armenia y Artsaj. Y hay elementos que no nos permiten desechar esa posibilidad.


Por un lado, la visita realizada a Ereván hace un par de días por la presidenta del Congreso norteamericano, Nancy Pelosi, que como cada visita de algún funcionario de peso yanqui trae consigo malos augurios (sencillamente, porque siempre hacen el mal). La misma, está enmarcada en la nueva ofensiva de Occidente (Estados Unidos-Unión Europea-OTAN) sobre Rusia, con la apertura del segundo frente (queda claro que es en el Cáucaso) que debilite a Moscú y le permita a Ucrania llegar en mejores condiciones a un tratado de cese de fuego y paz, ante el inminente inicio del invierno y la escasez de energía, gas y alimentos en Europa.


También hay que tener en cuenta que Turquía e Israel siguen abasteciendo con armas de todo tipo a Azerbaiyán, mientras distintas fuentes confirman que Bakú decretó la movilización de su población (es decir, está reclutando nuevos combatientes). Otro dato a tener en cuenta es que la vecina República de Georgia no permite que camiones que transportan armas desde Rusia a Armenia crucen la frontera y lleguen a Ereván.


Por otro lado, Irán, un actor de peso para mantener el equilibrio y frenar la avanzada azerbaiyano-turco-israelí en la región, vive momentos de zozobra interna producto de su permanente política de intolerancia, opresión y persecución a la oposición de izquierda y a las minorías nacionales, religiosas y sociales.


Occidente está en guerra contra Rusia en territorio ucraniano y no se hace a la idea de que todo este bloque poderoso -militar, industrial y económicamente, que maneja los medios masivos de comunicación a su antojo- no haya podido aún quebrar a Moscú y, mucho menos, vencerlo. Por eso redobla la apuesta, aprueba nuevas sanciones con Rusia y más créditos y préstamos a Kiev, mientras continúa enviándole armas de todo tipo que el régimen fascista ucraniano utiliza para bombardear a las poblaciones civiles del Donbass y Jarkov, y también objetivos como plantas nucleares o gasoductos, que gracias a la intervención defensiva rusa no pudo concretar.


El gobierno de Armenia sigue llevando adelante una agenda de denuncia a escala internacional de las agresiones azerbaiyanas -reñidas con los compromisos asumidos para solucionar los diferendos a través de las negociaciones- y, para ello, sus principales figuras -primer ministro, presidente, ministro de defensa, secretario de seguridad, etc.- recorren Washington, Nueva York, París, Bruselas y Moscú, buscando interlocutores válidos que ayuden a ponerle freno a la soberbia de Aliyev.


Lo que parece no terminar de entender Ereván es que esa soberbia azerbaiyana está alimentada no sólo por las armas que le envían Turquía e Israel, sino también por el rol que Occidente (Estados Unidos-Unión Europea-OTAN) le asignó a Bakú en su lucha contra Rusia. Y Aliyev está dispuesto a no dejar pasar esta posibilidad que se le brinda de "jugar en las grandes Ligas y en el equipo que se cree ganador absoluto".


Pashinian y quienes lo rodean tienen dos alternativas: o se convencen que sólo fortaleciendo aún más y profundizando las relaciones estratégicas con Rusia garantizan la seguridad de Armenia, Artsaj y sus habitantes; o serán los máximos responsables de una nueva masacre y, quizá, de la desparición del Estado armenio o de su transformación en un villeyato turco.

Desde nuestra comunidad, tan lejos de Armenia, nos queda aportar al debate e intercambio de ideas con el resto de la diáspora, tratando de influir en algo -y positivamente- en las decisiones que deben tomar las autoridades de Armenia. También, debemos aportar nuestro granito de arena para garantizar la seguridad de Armenia y Artsaj, logrando la solidaridad de los distintos sectores del ámbito nacional, con quienes desarrollamos innumerables actividades a lo largo de las décadas y con quienes compartimos a diario la lucha y las tareas para construir una Argentina para todos y todas.


Solicitarle al gobierno nacional, a sus distintos estamentos, a los gobiernos provinciales y locales, al poder legislativo nacional y de cada provincia, a los partidos políticos, sindicatos, uniones industriales y cámaras de comercio, colectividades, organismos de derechos humanos y organizaciones sociales de todo tipo que nos acompañen en nuestra defensa de la paz, de la soberanía de Armenia y del derecho a la autodeterminación del pueblo de Artsaj (Karabaj), es el componente fundamental de nuestra actividad actual. Sin dejar de lado nuestros quehaceres institucionales cotidianos, esos que resultan los pilares para el sostenimiento, desarrollo y crecimiento permanente de nuestra colectividad, debemos estar muy atentos a lo que sucede en Armenia y colaborar de manera decisiva en su defensa.


Demostremos que Armenia, Artsaj y su pueblo no están solos.

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