Desde el refugio
Las mujeres y los niños llegaron de las diferentes ciudades y poblados de Artsaj (Karabaj) a las ciudades armenias, donde se siente la solidaridad del pueblo.
Por Emiliano Fidel Lomlomdjian
Como no se había visto desde el final de la guerra de 1988-1994, el pasado 27 de septiembre comenzaron las hostilidades contra el pueblo de Artsaj y Armenia. La mitad de la población fue evacuada de la región. La mayoría de las familias se marcharon rápidamente dejando sus hogares, sus pertenencias y, por sobre todo, dejaron a sus padres y parientes varones que se quedaron para resistir los ataques del fascismo invasor.
Las mujeres y los niños llegaron desde las ciudades de Stepanakert, de Shushí y de las comunidades de Martuni, Berdashen y Mghanz, entre otras, que se encuentran cercanas a la frontera con Azerbaiyán. La capital de Artsaj, que tiene más de 50.000 habitantes, se parece hoy a un "pueblo fantasma", expresaron los medios de comunicación internacionales desde la zona de conflicto. Tras los ataques a gran escala de Azerbaiyán, con el apoyo inocultable de Turquía e Israel -la nueva triple alianza de la región-, las calles de Karabaj están vacías.
A Ereván llegaron miles de familias de Karabaj, que no abandonaron la lucha y la solidaridad con sus esposos, padres, hermanos e hijos que están en el frente batallando. Sobre la avenida principal Apovian, las mujeres hornean, todos los días, el típico pan relleno zhengialov hats y todas sus ganancias son donadas al Ejército.
En la provincia de Tavush, establecieron un taller para cocinar este pan relleno y también ayudar con el frente de batalla. Desde el segundo día de la guerra, el dialecto de Karabaj se escuchó en todas partes de Tilichán y el olor al pan relleno se extendió por el aire.
Otras familias desplazadas encontraron su refugio en Goris, donde el gobierno municipal se preparó para recibirlas. Los hoteles prepararon sus instalaciones y los residentes colaboraron con alimentos, ropa y otras necesidades.
Por otro lado, la Oficina del Presidente de Armenia proporcionó diez millones de drams (moneda armenia) para alimentar a los refugiados de Artsaj. Mismo, el presidente karabajtsí Arayik Harutinian expresó hoy que se debe garantizar la solución de los problemas sociales de las familias refugiadas. "Se formará una sede operativa en Ereván, que tendrá grupos de trabajo en las regiones de Armenia. El objetivo de la sede es abordar los problemas sociales de todas las familias trasladadas temporalmente y ocuparse de sus problemas prioritarios", detalló el mandatario.
"La solidaridad es la ternura de los pueblos", y esta se puede oler, escuchar y sentir en todas las ciudades y poblados de Armenia, que recibieron a quienes tuvieron que abandonar su tierra. En estos tiempo tan difícil como no se vivió durante treinta años, los armenios y los karabajtsí se ayudan y se "dan una mano", compartiendo la casa y la comida, ofreciendo su hospitalidad tan característica.
En definitiva, ya sea desde el frente de batalla o en la retaguardia el pueblo de Armenia y de Artsaj resiste al ataque de la triple alianza y al peligro de un nuevo genocidio, como lo hizo en 1918 en Sardarabad, en 1945 contra el nazifascismo y en 1992 en Shushí: codo a codo y con solidaridad.
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