Ereván endurece el control sobre la venta callejera

Mientras un sector importante de la población sobrevive casi en la marginalidad y no se crean puestos de trabajo, el gobierno municipal de Ereván comenzará a confiscar los productos que decomise a los vendedores ambulantes y callejeros.

Por Adrián Lomlomdjian

El Ministro de Administración Territorial e Infraestructura de la República de Armenia, Gnel Sanosian, dijo durante la sesión de gobierno de la semana pasada, que Ereván y muchas otras comunidades administrativas del país enfrentan el problema del comercio callejero. Al presentar una nueva iniciativa legislativa que regula el comercio callejero, señaló que por más multas que se apliquen, el problema sigue sin resolverse.

Por su parte, el actual alcalde de Ereván, Hrachia Sarkisian, dijo que han analizado las violaciones registradas en Ereván en los últimos dos años en lo que respecta a la venta ambulante o callejera, y llegaron a la conclusión que las herramientas disponibles en este momento no son suficientes.

Durante la mencionada sesión de gobierno, se aprobó el paquete de enmiendas a la ley desarrollado por la Municipalidad de Ereván, por el cual la comunidad puede confiscar y, luego del juicio, expropiar los objetos confiscados a personas que realizan venta ambulante o callejera sin el respectivo permiso y en lugares no habilitados para ello. Si lo decomisado son alimentos, serán destruidos, y en los casos de otros productos y elementos, la municipalidad llevará los casos a los tribunales.

El alcalde Hrachia Sarkisian dijo que la primera multa será de 70 mil drams y la segunda infracción en el mismo año será de 200 mil drams (500 dólares). Sin embargo, reconoció que "en muchos casos no logramos cobrar las multas a los ciudadanos, ya que en el 90% de los casos no tienen bienes a su nombre o están quebrados económicamente". Como ejemplo, la Intendencia de Ereván informó que entre 2019 y el primer trimestre de 2022 se labraron 3.583 infracciones por valor de más de 80 millones de dram (198 mil dólares), y apenas se cobró el 40%.

"La nueva ley (prohibición) va dirigida principalmente a la venta de alimentos, juguetes y mascotas, y no se aplica al comercio de flores. En el centro de Ereván ha habido un aumento en el comercio callejero en estas áreas y estamos trabajando a diario para resolver problemas de seguridad e higiene sanitaria", subrayó el Jefe de Gobierno capitalino.

Lusine Gevorguian, concejala capitalina por el gobernante Partido Mi Paso y una de las autoras de la nueva normativa, dijo estar segura que dará sus frutos. "El tiempo ha demostrado que hasta que no tocás el bolsillo de una persona, la regulación no tiene éxito, por eso decidimos utilizar el método de decomiso", dijo, dejando bien en claro qué bolsillos están dispuestos a tocar siempre...

Según Gevorguian, los vendedores ambulantes están violando los derechos de los residentes de Ereván, porque ocupan las veredas y se transforman en obstáculos. Cuando un periodista le hizo la observación de que muchos cafés y restaurantes de la capital ocupan gran parte de las aceras con mesas y sillas, la legisladora respondió que a ellos la municipalidad les otorga el permiso correspondiente.

"La cultura del café y la cultura del comercio callejero no se pueden comparar. Hay una práctica internacional, una serie de datos, que documentan que los cafés dan un impulso al turismo, pagan impuestos, y el comercio ambulante es al contrario: perjudica a los contribuyentes que son dueños de comercios”, enfatizó la concejala, sin brindar ningún dato concreto que avale sus dichos.

"Nuestros padres alguna vez fueron a los mercados a hacer sus compras y ahora debería ser lo mismo. Cuando haya demanda en los mercados, los comerciantes ya no querrán vender en la calle", sostuvo Guevorguian, sin aclarar que sus padres iban al mercado en la época soviética, cuando había pleno empleo y la gente no tenía la necesidad -y muchos menos, imperiosa-, de vender algo en la calle para poder llevar el pan a la mesa de su hogar, para pagar el alquiler o los servicios, que vale recordar, durante el socialismo en Armenia eran gastos que no superaban el 5% del ingreso familiar.

Según la concejala opositora del Partido Armenia Luminosa, Ani Jachatrian, "hubo casos en el pasado reciente en los que a los vendedores ambulantes se les ofreció puestos en los mercados, pero rechazaron las ofertas porque hacen más negocios en la calle, y además gratis".

Por su parte, decenas de vendedores callejeros reporteados por distintos medios de comunicación del país, dejaron en claro que lo que venden apenas les alcanza para comer algo con la familia en el día o para poder hacer los pagos -ineludibles- del alquiler de la casa, la luz, el gas, el agua, el impuesto inmobiliario, la escuela de los niños, los medicamentos...

Es cierto que el gobierno municipal -y cualquier gobierno- debe velar por sus ciudadanos y ejercer el necesario control sobre todo lo que se comercializa, más, si se hace en la calle, evadiendo algunas normativas que hacen a la higiene y a la seguridad indispensables. También es cierto que, a diferencia de los vendedores callejeros y ambulantes, los comerciantes pagan distintos tipos de impuestos y servicios que encarecen sus "costos", y eso hace que corran con cierta desventaja en cuanto al precio de venta.

Pero también es cierto, que hace treinta años atrás al pueblo armenio le prometieron el paraíso y lo condujeron a un infierno cuyo fuego parece no extinguirse jamás...

El Estado armenio -y el actual gobierno de turno-, en lugar de meterle la mano en los bolsillos a los vendedores ambulantes decomisándoles la mercadería, debería meterse con quienes de la noche a la mañana se transformaron en "exitosos empresarios", quedándose con las riquezas producidas por los y las trabajadoras, y con los bienes construidos por toda la sociedad durante las siete décadas de Armenia Soviética.

De la nada, y tan sólo en un par de años, antiguos funcionarios de Estado, directores de fábricas, empleados o intelectuales, se convirtieron en amos y señores del país, depositando cientos de millones de dólares en sus cuentas bancarias en los paraísos fiscales habilitados por el sistema dominante a escala mundial.

Hombres -y mujeres- como Levón Ter Petrosian, Robert Kocharian, el propio Nikol Pashinian, Gaguik Dzarukian, varios dirigentes del tashnagtsutiún y del Partido Repúblicano (dueños de hoteles y otros "objetivos económicos"), se convirtieron de la noche a la mañana en propietarios de empresas propias, mansiones, casas y autos de lujo, o en accionistas y socios de empresarios rusos, norteamericanos, ingleses, franceses, etc.

Una vez más, como sucede en distintos rincones del planeta, se intenta instalar la lucha entre los sectores más golpeados de la sociedad (los que quedaron desplazados de todo, los que van perdiendo sus trabajos, los jubilados/pensionados y los comerciantes -y sus empleados-), mientras los mismos de siempre, y en cualquier idioma, amasan fortunas, evaden, se llevan los capitales al exterior y se dan la gran vida.

Señores y señoras concejalas de Ereván, si están buscando bolsillos donde meter la mano (más que bolsillos, estamos hablando de billonarias cuentas en paraísos fiscales) y comenzar a ordenar lo que vienen desordenando desde hace tres décadas, ya saben por dónde deben empezar. Es muy fácil cobrar miles de dólares al mes y darle "lecciones de moral y buen vivir" a quienes apenas llegan a cubrir sus necesidades básicas, asegurando al menos la subsistencia propia y la de sus seres queridos. Imaginen la situación de quienes no tienen trabajo.

Y algunos, en vez de pensar cómo crear nuevas fuentes de trabajo y como mejorarle la vida a quienes cada día están peor por las políticas económicas aplicadas por ellos, lo único que hacen es hacerle la vida más difícil a quienes lo único que quieren es volver a tener algo de todo aquello que gozaron y disfrutaron hasta 1991.