La inseguridad alimentaria en Armenia ronda el 23%, según la ONU
- Redacción NOR SEVAN
- 19 may
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El 23% de la población de Armenia enfrenta inseguridad alimentaria, por lo que el Programa Mundial de Alimentos de la ONU trabaja en Armenia y pide alianzas innovadoras. Nanna Skau, Directora Regional del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, hizo esta declaración durante los paneles de discusión de la conferencia sobre desarrollo sostenible: "Un puente entre la COP 30 en Brasil y la COP 17 en Armenia".

Redacción NOR SEVAN
El pasado 15 de mayo se celebró en Ereván la Conferencia sobre Desarrollo Sostenible: "Un puente entre la COP30 en Brasil y la COP17 en Armenia".
Muchos se preguntarán por qué el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas trabaja en Armenia.
"Después de todo, caminando por Ereván, uno podría pensar que aquí todo es bello y próspero. Sin embargo, el nivel de inseguridad alimentaria en el país ronda el 23%. Sólo el año pasado, el PMA llegó a unas 100 mil personas en Armenia. Por eso estamos aquí", enfatiza una voz autorizada como la de Nanna Skau, representante y directora regional del PMA de la ONU.
"Para aquellos que no están familiarizados con el Programa Mundial de Alimentos, estamos presentes en 120 países y cada año brindamos asistencia a aproximadamente 150 millones de personas que sufren hambre e inseguridad alimentaria", agregó.
Skau destacó que la seguridad alimentaria abarca una amplia gama de cuestiones, incluida la reducción del desperdicio de alimentos. El año pasado, por ejemplo, el PMA negoció con el Hotel Marriott sobre la reducción del desperdicio de alimentos, exploró operaciones de almacenamiento de alimentos con la cadena Carrefour y discutió proyectos de instalación de paneles solares con ArmSwissbank.
Al hablar puntualmente de Armenia, la funcionaria del programa alimenticio de la ONU puntualizó que "cuando digo que cubrimos a 100 mil personas, no es ni de lejos la totalidad. Todo lo que hacemos lo hacemos en colaboración con el gobierno armenio, las comunidades locales, el sector privado, las ONG, la sociedad civil e incluso estudiantes y universidades. Trabajamos activamente con la comunidad académica y las estructuras políticas".
Y brindó un ejemplo figurativo para que se logre dimensionar la labor realizada: "Imaginen 13.850 campos de fútbol. Esta es la cantidad de tierra -unas 4.000 o 5.000 hectáreas- que irrigamos en Armenia el año pasado. Es mucho, ¿verdad? Todo esto se hace para que la gente tenga la oportunidad de producir más y mejor. ¿Por qué? Debido al cambio climático. Necesitamos reducir la pérdida de agua, porque simplemente proporcionar acceso al agua ya no es suficiente".
Según Skau, la capacitación es fundamental: "Trabajamos con la Asociación de Usuarios de Agua, por ejemplo, porque es necesario enseñar a la gente a usar el agua correctamente. Pero no debería ser así, que una persona abre una canilla y simplemente se queda mirándola por un tiempo indeterminado. Debemos explicarles que en 5 ó 10 años esta agua podría desaparecer".
Nanna Skau prestó especial atención a los proyectos en el ámbito de las energías renovables como, por ejemplo, el uso de paneles solares: "Armenia es el sol. Junto a colegas de otras organizaciones estamos desarrollando activamente proyectos para instalar paneles solares en escuelas, empresas y comunidades locales. Estos modelos funcionan. Las inversiones realizadas el año pasado generaron un ahorro de un millón de dólares. Estos fondos se re-invirtieron en comidas escolares, lo que permitió, por ejemplo, que el pan integral tuviera el mismo precio que el pan blanco. También se redujeron las emisiones de dióxido de carbono en 3000 toneladas métricas en tan solo un año".
Según ella, actualmente hay 232 instalaciones involucradas en el proyecto y el PMA está negociando con el sector privado e instituciones financieras internacionales para ampliar estos modelos. Es una economía circular: se entrega el sistema a la comunidad, esta ahorra dinero y se compromete a reinvertirlo en soluciones sostenibles en un plazo de cinco años, ya sea seguridad alimentaria, gestión de residuos u otras iniciativas.
Al mismo tiempo, destacó Skau, estos proyectos son bastante económicos. Un sistema de 40 kilovatios cuesta menos de 30 mil dólares. El retorno de la inversión se logra en cinco años, ya que se ahorran entre cinco y seis mil dólares anuales. Este dinero se destina al desarrollo de las propias comunidades. Es una gran oportunidad. "Esta es una innovación que funciona y todos pueden participar", subrayó.
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