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Los conflictos, los nacionalismos y nosotros

Frente a los nacionalismos que dividen y enfrentan, debemos ser determinantes en la defensa de la paz y la amistad entre los pueblos.

Por Adrián Lomlomdjian


El recientemente elegido presidente de la 75ª Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), el turco Volkan Bozkır, brindó una conferencia de prensa finalizada la ceremonia de su asunción. Durante la misma, además de evaluar la cumbre de las Naciones Unidas que comenzará la próxima semana y de tocar algunos de los temas de la agenda, hizo también referencia a la tensión entre Turquía y Grecia en el Mediterráneo Oriental.


“En principio, este tipo de problemas debe ser solucionado pacíficamente por la vía diplomática y a través del diálogo”, sostuvo Bozkir, quien subrayó: “Turquía y Grecia son dos aliados en la OTAN, tienen fuertes lazos culturales y económicos. Mi preferencia es por supuesto ver paz y estabilidad en la región y en el mundo”.


Como podemos apreciar, en este mundo casi unipolar donde el capitalismo reina y somete en casi todo el planeta, el gobierno de Erdogán, envuelto en conflictos internos y externos; que persigue, reprime, viola derechos humanos y asesina dentro de los límites de su país y fuera de ellos, acaba de ser "premiado" con la presidencia de la 75ª Asamblea General de la ONU.


Así es. El fascista Erdogán no recibió ni condenas ni críticas por su accionar criminal, sino ese lugar simbólico en el principal encuentro cumbre anual entre los Estados de los cinco continentes.


En estas semanas previas, fueron recurrentes en los medios de comunicación azerbaiyanos y turcos, las noticias que hacen referencia a la cooperación militar entre ambos, a las condiciones de sus fuerzas armadas, a la necesidad de recuperar territorios, a la hermandad histórica de sus pueblos y al enemigo común armenio, entre otras cuestiones similares.


Por ejemplo, con un inusitado fervor funcionarios de ambos Estados celebraron los 102 años de la liberación de Bakú. ¿De qué se trata? Del ingreso a la ciudad del Ejército Islámico del Cáucaso bajo el mando del general turco Nuri Pasha, pocos días después de la caída del Gobierno Soviético encabezado por el bolchevique Stepán Shahumian -conocido como la Comuna de Bakú, primera experiencia soviética en Transcaucasia-. La derrota del gobierno socialista se produjo por la traición de mencheviques, eseristas y tahsnak, quienes decidieron llamar a las tropas británicas, argumentando necesitar su colaboración por el posible ataque turco-otomano. Entraron los británicos y junto a los contarrevolucionarios y a los turcos, no sólo derrocaron al gobierno de la Comuna, sino que dieron lugar a una nueva masacre de miles de armenios en la ciudad, cometida por el denominado Ejército Islámico del Cáucaso, pero de la que también son responsables aquellas fuerzas que traicionaron al gobierno de los 26 Comisarios revolucionarios.


“Erdogán transmitió sus felicitaciones al presidente de Azerbaiyán Aliyev y al pueblo azerbaiyano en ocasión del 102° aniversario de la liberación de Bakú, la capital de Azerbaiyán, de la ocupación bolchevique”, informó el servicio de prensa del presidente turco el pasado 15 de septiembre. El líder fascista turco enfatizó que Turquía y Azerbaiyán, como lo testimonia la liberación de Bakú, constituyen un ejemplo para todo el mundo con su unidad y solidaridad contra amenazas y ataques a su presencia e intereses vitales.


Erdogán reiteró que son "dos Estados, una nación" y que Turquía siempre estará al lado de Azerbaiyán.

En todos los mensajes enviados desde Estambul por distintos funcionarios (Vicepresidente, Presidente de la Asamblea Nacional, Viceministro de Defensa, entre otros), se reitera la frase “Bakú liberada de los bolcheviques y de las pandillas armenias”, en alusión a las brigadas de voluntarios armenios que apoyaban al gobierno revolucionario encabezado por Shahumian.


Otro tema sobre el que ahora insisten los azerbaiyanos -y replican los turcos- es el del supuesto reasentamiento de armenios del Líbano y Siria en Artsaj (Karabaj).


Carlo Marino, corresponsal de la Agencia Europea de Noticias para Italia y jefe del portal Eurasiaticanews, publicó una entrevista con Hikmet Hadjiyev, asistente en política exterior del presidente azerbaiyano Aliyev, donde el funcionario afirmó que “se observa el asentamiento ilegal de armenios del Líbano en los territorios ocupados de Azerbaiyán por Armenia”.


Los azerbaiyanos tomaron una noticia real -cientos de armenios viajaron desde Beirut hacia Ereván después de la tragedia del 4 de agosto, para establecerse allí- y la tergiversaron sin ninguna prueba que sustente lo que ellos aseveran. Sin embargo, con la ayuda de Turquía e Israel (sus Estados y sus diásporas), saturaron con esa mentira a través de los medios masivos de comunicación y crean una falsa imagen en la comunidad internacional, no sólo sobre lo que verdaderamente está sucediendo, sino también sobre las causas históricas que provocaron estas diferencias.


Ahora bien, ¿qué debemos hacer nosotros ante esto?


Las opciones son varias y tienen que ver, en lo particular, con la solución que cada uno o cada sector piensa y quiere darle a este conflicto.


Claro que quienes finalmente resuelven son los protagonistas, en este caso los pueblos y gobierno de la región. Pero nosotros podemos hacer un importante, decidido y decisivo aporte, individual y colectivo, no sólo como parte de las corrientes de opinión de las comunidades de la diáspora, sino también como integrantes y sujetos políticos de las sociedades que integramos.


No es lo mismo enfrentar discursos nacionalistas, chauvinistas, xenófobos y belicistas con argumentos nacionalistas, chauvinistas, xenófobos y belicistas, que hacerlo con mensajes que hablen de paz, de solidaridad, de superar las diferencias, de buscar soluciones que satisfagan a todos, de priorizar las cosas comunes a ambos pueblos, entre otras muchas variantes positivas.


Uno decide si tiende la mano o si da un empujón; si se sienta a la mesa dispuesto a escuchar y reconocer cuando la verdad la tiene el otro, o se enfrasca en una posición donde la única verdad es la de uno mismo; si se asume el pasado como experiencia histórica para condenar los crímenes, tomar lo bueno y corregir los errores en función de un presente y un futuro común y pacífico, o nos quedamos discutiendo sólo por lo que ya pasó, sin comprometernos a superarlo manteniendo la memoria, la verdad y la justicia.


Decididamente permanecemos encolumnados con quienes siguen creyendo y luchando por la paz y la amistad entre los pueblos. Y es desde ese lugar que fijamos posiciones en la cuestión de Karabaj y en otras, como las que involucran a los kurdos, a los palestinos, a los pueblos originarios de Nuestra América… Porque el enemigo es el mismo, más allá de que se nos presenta con distintos nombres: imperialismo, sionismo, panturquismo, fundamentalismo, capitalismo, neoliberalismo, fascismo… Porque la causa de los pueblos es una sola.

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