¿Qué pasa con los prisioneros de guerra armenios que siguen rehenes en Bakú?
El diálogo, como metodología para la resolución de conflicto, no está en discusión. Lo que se debate es si tiene sentido acordar a futuro, cuando aún hay cuestiones sin resolver.
Redacción NOR SEVAN
Más allá de las muchas y variadas interpretaciones particulares y sectoriales que se derivan del encuentro tripartito celebrado ayer en Moscú, debemos rescatar el hecho del restablecimiento del diálogo entre las partes -con la mediación de Rusia- como metodología para dirimir diferendos y controversias heredadas del pasado, que siguen predominando las relaciones no sólo entre armenios y azerbaiyanos, sino también entre otros muchos pueblos del planeta.
Es evidente que cada quien llega a la mesa de diálogo con expectativas y tratando de dar solución satisfactoria a lo que considera sus legítimos reclamos. Y finalizado el encuentro, cada quien evalúa el mismo de acuerdo a si fue beneficioso o no para sí, en base a si consiguió mejorar su posición anterior o la empeoró.
Si nos basamos en esta premisa, podemos decir que una vez más Armenia -a través de su primer ministro- no pudo, o no supo, aprovechar una mesa de negociaciones para aunque sea, en este caso, involucrar a las otras partes en la inmediata solución a una cuestión que aflige por demás al pueblo armenio, que además viene de experimentar una derrota militar y la pérdida de territorios soberanos de la otrora Región Autónoma de Nagorno Karabaj (URSS).
El tema de los prisioneros de guerra que aún Bakú mantiene en su poder (y que además, oficialmente, su presidente dijo que no los considera prisioneros, sino "terroristas"), sumado a los desaparecidos y a los escollos sistemáticos que va poniendo Azerbaiyán a la búsqueda de cadáveres a campo abierto, son cuestiones fundamentales para la sociedad armenia, que además sufre a diario la prepotencia azerbaiyana de querer arrebatarle algunos kilómetros de su territorio soberano, tal cual estaban delimitadas las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Armenia y Azerbaiyán.
Si bien en el posterior encuentro que mantuvo a solas con Putin -finalizada la reunión tripartita-, Pashinian expresó su malestar por no haberse tratado, y menos solucionado, el tema de los prisioneros de guerra, ese solo hecho pone en duda el espíritu del encuentro y las decisiones tomadas.
¿Cómo confiar en un gobierno como el de Aliyev, que por un lado habla de comenzar a convivir como buenos vecinos, y por otro lado dice que no tiene prisioneros de guerra sino "terroristas armenios" encarcelados? ¿Cómo creer que una nueva etapa puede iniciarse si aún hay ciudadanos armenios en condición de rehénes en la vecina Bakú? ¿Será capaz el gobierno de Pashinian de avanzar en el desbloqueo de los caminos y en la puesta en marcha del plan conjunto de construcción de una nueva infraestructura vial, mientras no se resuelva el tema de los prisioneros de guerra armenios retenidos por Azerbaiyán? Y si así fuera, ¿cómo reaccionará el pueblo armenio?, ¿no se profundizará aún más la crisis política interna?
Estos son algunos -los primeros- interrogantes que surgen a partir de la reunión de ayer en el Kremlin entre Putin, Pashinian y Aliyev. Pero hay más, y trataremos de ir reflexionando y dilucidándolos juntos.
Vale recordar que hasta el momento fueron devueltos por Azerbaiyán 58 prisioneros armenios, entre ellos, varios civiles. Sin embargo, organismos de derechos humanos de Armenia y datos brindados por el Tribunal Europeo, dan cuenta de la existencia de más de 200 prisioneros armenios que siguen retenidos en Bakú. Entre ellos, 74 reservistas que fueron capturados en las posiciones de las aldeas Khtsaberd-Hin Tagher de la región de Hadrut, luego de la firma del cese de fuego el 9 de Noviembre de 2020. Azerbaiyán los presenta no como prisioneros de guerra, sino como "terroristas".
ความคิดเห็น