De un joven a la eterna voz de la armenidad: "Arturo, ¡gracias por cantar!"
- Redacción NOR SEVAN
- 16 sept
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Actualizado: 16 sept
A 20 años de su fallecimiento, se lo sigue recordando por el cantante que fue y la música que dejó. Su voz es el vínculo que se mantiene vivo en cada generación de la colectividad armenia.

Por Martín Karcayan
Arturo Kouyoumdzian nació el 8 de marzo de 1952 en Buenos Aires, Argentina. A los 20 años inició su carrera profesional y a los 30 años perdió la visión. En 1986, lanzó su obra maestra “Y los sueños”, con temas como “Ardashad”, “Djan”, “Donagan” y “El im pajdim”. En 1990, se presentó con Nor Arax en el Teatro Astral y, en 1994, en el Teatro El Globo.
En 1992, realizó su primera gira en Armenia con un total de siete recitales. En 1998, editó su primer disco junto a Nor Arax, denominado “6997 en vivo”, grabado en un recital realizado en el Colegio Bakchellian.
En 1999, regresó por segunda vez a Armenia con Nor Arax, participando en los Juegos Panarmenios como cantante oficial de la diáspora. Brindó una serie de recitales en el Hotel Erepuni, en el Teatro de la Ópera en Ereván, en el cierre de los Juegos y en la plaza central de Stepanakert, durante el 8º aniversario de la Independencia de Artsaj.
En el año 2000, lanzó su segundo disco con Nor Arax, denominado “Armenian Patriotic Sounds”. Después, fue invitado a los Estados Unidos para participar de la “Armenian Music Awards”, festival mundial de músicos y cantantes armenios. En el 2001 lanzó su última obra, “Iavudu”, grabada con Nor Arax y salió a la luz en el 2002, con temas como “Maro”, “Veratartzir” y “Arevmedean Hayastan”.
Durante los siguientes años nos deleitó con sus funciones y se ganó el cariño de muchos adolescentes que lo llegaron a idolatrar. En noviembre de 2004, Arturo se presentó en el Teatro Zitarrosa en Montevideo, Uruguay y el 4 de julio del 2005 en el Teatro Astral, fue su última función.
En estado crítico se sometió a un trasplante renal. Sin resultado exitoso, "se apagó la voz" el 13 de septiembre de 2005.
Los adultos tienen el privilegio de decir “yo lo vi a Arturo”. Estuvo presente para toda la colectividad armenia y es muy querido el "Gordo". Por eso, es una de las personalidades más grandes de la comunidad.
Su voz atrapó, tenía un don, no se puede explicar. Cuando lo escuchabas cerrabas los ojos y dejabas que tu imaginación vuele. Cualquier tema que cante lo elevaba a su mejor versión, sea rock, armenio o jazz, entre los géneros que más le gustaban. Por más que sólo haya cantando armenio, sabíamos que ningún tema musical le hubiera quedado mal.

La figura de grandeza e idolatría que mantiene el "Gordo" Arturo luego de su muerte, se la adjudicaron los jóvenes. Toda una generación de chicos de 20 años que no fueron contemporáneos a él, vivimos de las experiencias, anécdotas y fotos que otros nos cuentas y nos muestran. De charlas sobre su forma de cantar, su forma de ser y su presencia en vivo. Así, nosotros, los jóvenes, mientras lo escuchamos, nos lo imaginamos sentado, pisando las tablas del escenario al ritmo de la música y dejando todo.
Arturo Kouyoumdzian es inmenso por eso. Luego de 20 años, sigue viva su voz porque el "Gordo" nos enamoró, nos emociona al escucharlo, lo idolatramos y siempre estará presente en nuestras vidas.
Soy Martín Karcayan, tengo 19 años y amo al "Gordo" Arturo. Su voz me enamoró. Cuando lo escucho, cierro los ojos, me lo imagino cerca mío cantando, mientras hace silencio esperando a que yo siga con la canción. Cierro los ojos y me voy de este mundo, lo visito por un rato, como si su voz fuera el camino a tener un momento a solas con él. Escuchar, admirar, llorar y extrañar. Lo escucho desde chico, a veces en el auto, con amigos, solo, en fiestas o en reuniones. Es mi momento para desconectar.
Lamentablemente no pude presenciarlo en vivo, falleció un año antes de mi nacimiento. Se que no es lo mismo escucharlo en un cassette o cd que en vivo. Me irrita, me destruye saber eso. Pero me emociono al hablar de él, me emociono al escucharlo, al ver fotos suyas y sobre todo a escribir sobre él. Su voz me enamoró, me atrapó. Es la mejor voz que escuche en mi vida.
Nunca olvidaré su voz. Siempre me verán escuchando a Arturo, en un asado, en casa, con amigos o con mi familia. Siempre escucharé esa gran voz, La Voz Armenia.
Ese pensamiento no me pertenece, le pertenece a toda una generación de jóvenes que anhelamos en algún momento poder verlo. Es inmenso por todo esto que nos genera. Una cosa es emocionar a un chico, otra es emocionar a una generación entera de jóvenes sin la oportunidad de volver a verlo.
¡Gracias "Gordo"! ¡Gracias por cantar!













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