Human Rights Watch denunció el ataque sobre la catedral de Ghazanchetsots durante la guerra
El organismo internacional de derechos humanos advirtió que las agresiones sobre la histórica iglesia pueden ser crímenes de guerra. Además, pidieron investigar y encontrar a los responsables.
Redacción NOR SEVAN
"Las fuerzas azerbaiyanas atacaron la iglesia en la ciudad de Shushí el 8 de octubre de 2020 durante las hostilidades de Nagorno-Karabaj, en lo que parece ser un ataque deliberado en violación de las leyes de la guerra", manifestó hoy Human Rights Watch (HRW, por sus siglas en inglés). Dos ataques separados con horas de diferencia en la catedral de Ghazanchetsots sugieren que este objeto civil con significado cultural fue un objetivo intencional.
Los restos de armas que la organización internacional encontró en el lugar corroboraron el uso de municiones guiadas. Sin embargo, el presidente azerí Ilham Aliyev había dicho que la iglesia podría haber sido atacada solo por error y "no estaba entre los objetivos militares". Cabe destacar que las agresiones tuvieron lugar mientras las fuerzas armenias aún controlaban la ciudad.
"Los dos ataques a la iglesia, el segundo mientras periodistas y civiles se habían reunido en el lugar, parecen ser deliberados. Estas agresiones deben ser investigadas imparcialmente y los responsables deben rendir cuentas", expresó el director para Europa y Asia Central de HRW Hugh Williamson
El organismo de derechos humanos aseguró que, el 27 de septiembre, Azerbaiyán inició ataques aéreos y terrestres en Nagorno-Karabaj iniciando una escalada en el conflicto entre Azerbaiyán, Armenia y Artsaj: "Los combates continuaron hasta el 10 de noviembre cuando Armenia, Azerbaiyán y Rusia concluyeron un acuerdo para poner fin a las hostilidades".
La ciudad de Shushí, que se encuentra a unos diez kilómetros de la capital de Karabaj, Stepanakert, sufrió varios ataques en los primeros días de la guerra. A principios de octubre, muchos de sus residentes habían huido, aunque quedaban algunos civiles, incluidos hombres, mujeres y niños, informó Human Rights Watch.
La catedral de Ghazanchetsots, construida en el siglo XIX, fue atacada dos veces en la tarde del 8 de octubre. Nadie resultó herido o muerto en el primer ataque, ya que los civiles de la iglesia en ese momento se refugiaban en el sótano, pero tres periodistas de medios rusos resultaron heridos en el segundo ataque. Los informes del primer ataque se publicaron en las redes sociales a partir de las 12.30 del mediodía.
El organismo internacional dialogó con cuatro civiles que estaban en la catedral o en sus inmediaciones durante los ataques, incluidos dos heridos de la segunda agresión. Además, visitó el sitio cultural el 13 de octubre y habló con dos testigos.
Nune Shahramanian, de 46 años, que vive frente a la iglesia, dijo que con sus hijos y algunos vecinos se habían refugiado en el sótano de esta desde el 27 de septiembre: "Acababa de ir a comprar pan para mi familia… (quienes) estaban en el sótano". "Cuando escuché ese sonido (de la explosión), vi los escombros, escuché las sirenas y vi tres aviones. Después, volví corriendo… miré que mis hijos estaban a salvo y me sentí aliviada…. Caían tantos escombros y piedras", se lamentó. Además, comentó que siete u ocho personas estaban en el sótano en el momento del ataque, todos civiles y que no vio a nadie más fuera de la iglesia en ese momento.
Vova Zakarian, de 71 años, dijo que acababa de entrar al sótano justo antes de las agresiones: "Simplemente abracé a los niños y les dije que no debían entrar en pánico". Zakarian aseguró que la gente había venido a orar y encender velas en la iglesia desde el 27 de septiembre, pero que solo él, los niños y algunos vecinos estaban en el sótano durante el primer ataque. También, declaró que nadie había estado protegiendo la iglesia desde el comienzo de las hostilidades.
Poco después del primer ataque, los periodistas comenzaron a llegar a Ghazanchetsots y publicaron fotos y videos del exterior e interior dañados. La destrucción incluyó un agujero de aproximadamente un metro de ancho en el techo de la iglesia en la cúpula principal. Entre los escombros, se vieron restos de un arma capaz de ser dirigida con precisión a un objetivo específico.
Yuri Kotenok, un periodista que llegó por la tarde, dijo que no vio ningún equipo ni personal militar. Alrededor de las 5 de la tarde, la iglesia fue atacada nuevamente. Kotenok, Levon, Arzanov y Vahram, quienes pidieron que no se usara su nombre real, todos periodistas, estaban adentro durante el segundo bomberdeo. Vahram dijo que no había nadie más allí en ese momento y que se dirigían hacia la salida cuando golpearon las municiones:
"En ese momento hubo una explosión, una poderosa, todos estábamos esparcidos... era una oscuridad total, entonces el polvo comenzó a asentarse. Estaba cerca de Yuri. Intentamos sacarlo de debajo de los escombros, pero no pude. Salí a la calle... (mi) mano estaba desgarrada y tenía heridas en la espalda y en la cabeza".
Kotenok también describió sobre este momento: "Escuché un crujido terrible y luego fue un infierno, mi amigo fue derribado y voló. Hubo gritos, sangre y él estaba tratando de preguntar si estaba vivo y yo estaba tratando de expresar que lo estaba, pero estaba bajo piedras y madera". Kotenok dijo que lo sacaron de la iglesia y lo llevaron al hospital en Stepanakert para que lo operaran y, después, lo llevaron en avión a Ereván. Además de las lesiones por fragmentos en la cabeza, el cuello, el abdomen, los brazos y el pie izquierdo, Kotenok dijo que tenía daño pulmonar y una conmoción cerebral. Siete días después del ataque, dijo que tenía fuertes dolores de cabeza y dificultades auditivas. Además de Vahram y Kotenok, Levon también resultó herido y recibió tratamiento en un hospital de Shushí.
Un investigador de Human Rights Watch examinó el daño a la iglesia y recogió restos de municiones. A pesar de no poder identificar las municiones utilizadas en cada ataque, encontró restos consistentes con municiones capaces de ser dirigidas con precisión a un objetivo específico y hacer correcciones en su trayectoria de vuelo después de su liberación. Algunos de los restos que la organización internacional documentó, coincidían con los que circularon en las redes sociales después del primer ataque.
El gobierno de Azerbaiyán negó haber golpeado intencionalmente la catedral de Ghazanchetsots. En respuesta, afirmaron sin pruebas que la iglesia fue atacada por las fuerzas armenias como una "provocación" o que pudo haber sido golpeada por error por la artillería azerbaiyana. Sin embargo, desde HRW aseveraron que múltiples factores indicaron que ambos ataques fueron dirigidos a la iglesia. Mismo, sugirieron que cada ataque fueron uno solo.
El derecho internacional humanitario, también conocido como derecho de la guerra, exige que las partes en conflicto distingan en todo momento entre bienes civiles y objetivos militares. Los ataques dirigidos a bienes de carácter civil que no se utilicen para cometer actos hostiles o que de otro modo no sean objetivos militares están prohibidos y pueden constituir un crimen de guerra.
También, las partes en conflicto deben respetar los bienes culturales y se debe tener especial cuidado para evitar daños a los edificios dedicados a la religión y los monumentos históricos. No deben ser atacados a menos que lo requiera imperativamente una necesidad militar. Las violaciones graves de las leyes de la guerra cometidas con intención delictiva, deliberada o imprudentemente, son crímenes de guerra. Los gobiernos tienen el deber de investigar las denuncias de crímenes de guerra cometidos por miembros de sus fuerzas armadas o fuerzas en su territorio y enjuiciar a los responsables.
El 15 de octubre, el presidente azerí Aliyev dijo que Azerbaiyán tendría que investigar el ataque. El 9 de noviembre, la BBC publicó una entrevista con el mandatario, quien respondió a una pregunta sobre el resultado de la investigación: "Para investigarlo, tenemos que estar allí". "Ha pasado más de un mes desde que Azerbaiyán retomó el control de Shushi y el gobierno no necesita perder tiempo en investigar los ataques y hacer que los responsables rindan cuentas", expresó Williamson. "Ataques como estos no tienen ningún propósito militar y todas las partes deben asegurarse de que este tipo de ataques sean castigados y prevenidos", cerró en su informe el Director para Europa y Asia Central de Human Rights Watch.
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