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Rozalía Abgarian, profesora y combatiente antifascista

  • Foto del escritor: Redacción NOR SEVAN
    Redacción NOR SEVAN
  • hace 7 días
  • 5 Min. de lectura

Rozalía Abgarian, quien el próximo 17 de junio cumplirá 102 años, fue una intrépida especialista en comunicaciones, veterana de la Gran Guerra Patria y una profesora honorable.


Redacción NOR SEVAN


Rozalía Abgarian nació el 17 de junio de 1923 en Tiflis, en el seno de una de las miles de familias armenias, que habitaban la capital de la vecina República Socialista Soviética de Georgia. Su padre, Serguei, había logrado sobrevivir en la ciudad de Kars a los horrores del genocidio perpetrado por los otomanos y encontró refugio en territorios del entonces imperio zarista. Era un hombre de carácter inquebrantable, de ideas revolucionarias y por eso se había incorporado al Partido Bolchevique.


Desde temprana edad, Rozalía demostró no solo un talento musical excepcional, sino también fuerza de voluntad y convicciones, lo que le permitió ganar el concurso republicano para jóvenes músicos en Moscú.


"Junio ​​de 1941. Atardecer en Tiflis. Sonó la última campanada. La graduada Rozalía Sergeevna Abgarian y sus compañeros de clase se encontraban en el puente y se deseaban "buenos vientos en la vida". Los escolares discutían planes para el futuro, algunos soñaban con entrar en las universidades de Moscú, otros, con formar una familia. Todavía no sabían que las tropas de Hitler ya habían invadido la URSS. La terrible noticia atrapó a todos a la mañana siguiente. La guerra había comenzado", cuenta la periodista Nana Martirosian en la historia de vida de Rozalía, publicada por la agencia de noticias Sputnik Armenia.

Según lo narrado por Rozalía, que en aquel inesperado junio tenía apenas 18 años, ella había decidido firmemente ir al frente, pero no lo discutió con su madre, sino que se lo había susurrado tranquila y tímidamente a su padre, quien asintió comprensivamente. No intentó disuadirla, simplemente le pidió que no le dijera a su madre. Fue ahí que padre e hija idearon juntos una excusa creíble y Rozalía se dirigió al frente. Sólo después de un tiempo la madre descubrió dónde había ido realmente su hija.


"Nos impulsaba el entusiasmo. Al principio, no entendíamos bien qué era la guerra. Viajábamos en un vagón de mercancías con literas de madera. La brillante luz del sol se filtraba por las grietas y, al anochecer, a veces se asomaban las estrellas. Todo nos parecía muy romántico. Éramos muchos. Las operadoras de radio preguntaban constantemente a nuestras escoltas militares a dónde íbamos y cuándo llegaríamos, pero ellas no lo sabían", recuerda con una sonrisa la hoy Veterana de Guerra.


Así fue como después de terminar la escuela a los 18 años, tomó cursos militares cortos y fue al frente. En los sangrientos campos del Frente Oriental, Rozalía se convirtió en señalera: había un delgado hilo entre la vida y la muerte. Durante las batallas cerca de Stalingrado, recibió una herida grave en la cabeza, y más tarde una segunda, pero regresó al servicio. Se abrió camino a través de Ucrania, Rostov, Krasnodar, Polonia, Hungría y Checoslovaquia. El camino militar de Rozalía Abgarian terminó en la Praga liberada.



Durante la entrevista, Rozalía se puso muy triste al recordar a su amiga Nadia, con quien había viajado en ese vagón de tren que las llevaba al frente de batalla y donde susurraban sin parar, soñando con hazañas militares. Pero, lamentablemente, el destino de Nadia fue diferente.


Inmediatamente después de llegar a Stalingrado, el grupo fue objeto de un ataque aéreo, que dejó muertos y heridos. A pesar del paso de las décadas, Rozalía recuerda el rostro de este piloto, "el pelirrojo", que voló muy bajo, disparando ráfaga tras ráfaga de ametralladoras. "La imagen era terrible. Un día en el campo de batalla basta para no olvidar jamás la guerra. Ese día, la cabeza de Nadia quedó desviada hacia un lado y su cuerpo hacia el otro. Miré y no entendía qué le pasaba. Después de un tiempo, sentí un dolor terrible: estaba muerta. Durante todos los bombardeos que tuve que soportar en el futuro, cerré los ojos con fuerza, imaginé a mi amiga sonriente y, luego, a mi madre", confiesa Rozalía, para quien en aquel primer bombardeo, todos los que quedaron con vida probaron la amargura de la guerra. Aprendieron a soportar el calor, el frío y el hambre, a caminar por el barro con sus abrigos enrollados y a imaginar lo bien que sería todo después de la guerra.


Rozalía contó que la situación era especialmente difícil en el frente para las niñas, que necesitaban condiciones de higiene básicas. En ese sentido, las mujeres mayores les permitían que fueran a hasta una ambulancia donde calentaban agua y se bañaban. "A veces encontrábamos ríos y lagos y nos aseábamos allí. Daba vergüenza andar sucios. Pero si encontrábamos lápiz labial, nos alegrábamos muchísimo. Nos poníamos un poco en el dedo y lo usábamos para maquillarnos los labios. Y cuando nos pasábamos, los hombres se reían y las chicas se sonrojaban", dijo, compartiendo sus recuerdos más personales, agregando que "la guerra es la guerra, pero el amor sucede a menudo". Ella misma conoció a su amor en el Cáucaso, en medio de la guerra.


Rozalía le contó a Sputnik Armenia que "él era un oficial. Acordaron inmediatamente que si sobrevivían, se encontrarían en Tiflis, y mantuvieron correspondencia. Cada vez esperaba con inquietud una nueva carta y creía en un encuentro rápido. Por voluntad del destino, un día se encontraron en su ciudad natal y deambularon durante largo tiempo con sus abrigos largos y ligeramente sucios. Estaban destinados a vivir juntos durante 58 años y consideraban que Ereván era el mejor lugar para crear un hogar".


Después de la guerra, Rozalía se casó con el oficial Yeznik Nalbandian. La familia vivió durante algún tiempo en Polonia y luego se mudó a Armenia. En Ereván, Rozalía Abgarian se graduó en la Facultad de Filología de la Universidad Estatal y se dedicó a educar a las nuevas generaciones, convirtiéndose en un brillante ejemplo de maestra con un pasado de primera línea.


En abril de 2025, Rozalía y otros Veteranos fueron invitados a la fábrica de coñac para beber de la primera botella de brandy elaborado con cosecha 1945
En abril de 2025, Rozalía y otros Veteranos fueron invitados a la fábrica de coñac para beber de la primera botella de brandy elaborado con cosecha 1945

La Veterana de la Gran Guerra Patria recuerda con alegría el Día de la Victoria. Ella era operadora de radio y fue la primera en escuchar la noticia. Cuenta que los soldados lloraron sin ningún tipo de vergüenza y comenzaron a lanzarse unos a otros hacia el cielo. Todos querían vivir, porque incluso en los últimos días de la guerra la gente estaba muriendo.


"Entonces no pensaba en lo difícil que es enviar niños a la guerra. Pero ahora, cuando ocurre algo peligroso, pienso en mi madre y entiendo lo doloroso que fue para ella enterarse de que fui al frente", admite la mujer, quien tiene dos hijos, nietos y bisnietos.

Rozalía Abgarian fue galardonada con la Orden de la Guerra Patria en primer grado, con medallas por la defensa del Cáucaso, la liberación de Praga, la victoria sobre Alemania, así como con la medalla del Mariscal Baghramian y la medalla "Por el Valor Militar". En 1967 se le concedió el título de “Maestra Honorable”.


A modo de reflexión final, en la entrevista comentó que a menudo, cuando ve películas soviéticas sobre la guerra, piensa en el camino que ha recorrido y admite que si tuviera 18 años, volvería al frente y defendería su patria. Pero con una salvedad: "primero hablaría con mi madre y la abrazaría muy fuerte para despedirme".


El próximo 17 de junio, Rozalía Abgarian cumplirá 102 años.

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