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Amistades peligrosas

Los laboratorios financiados por los Estados Unidos en Armenia son un peligro para la seguridad y la existencia misma de los armenios.

Por Adrián Lomlomdjian


La existencia en Armenia de laboratorios biológicos que funcionan como parte de programas monitoriados y financiados por los Estados Unidos, no puede menos que provocar preocupación no sólo en los y las ciudadanas de Armenia, sino también en sus descendientes establecidos en cientos de ciudades de los cinco continentes y, también, por qué no en millones de seres humanos a quienes les interesa la seguridad de Armenia y la del planeta.


¿Curiosamente?, esta historia comienza medio año después del 27 de octubre de 1999, día en que el Subsecretario de Estado norteamericano Strobe Talbott abandonaba Ereván y una hora después se producía el criminal ataque terrorista en el recinto de sesiones del Parlamento armenio, donde eran fusilados el primer ministro Vazkén Sarkisian, el presidente de la Asamblea Nacional y ex líder de la Armenia Soviética, Karén Demirchian, y otros siete funcionarios de Estado del ala pro-rusa. ¿Coincidencia?...


El Washington Post, en su nota del día 28 de octubre de 1999, decía en uno de sus párrafo: “Después de un largo día de conversaciones sobre el enclave en disputa de Nagorno-Karabaj, el subsecretario de Estado estadounidense Strobe Talbott fue escoltado al aeropuerto de Ereván por el primer ministro armenio Vazkén Sarkisian. Una hora después, Sarkisian estaba muerto…”. En otra parte de la nota daba cuenta que “Talbott, quien recibió noticias del ataque mientras volaba de Armenia a Turquía, se negó a discutir el tiroteo en una breve entrevista telefónica anoche. Pero dijo de Sarkisian: ‘Estábamos llegando a conocerlo’". Y por la dudas, aclaraba que “altos funcionarios de la administración Clinton dijeron que no había razón para creer que la violencia estaba relacionada con las conversaciones de Talbott”.


Poco más de seis meses después del descabezamiento del gobierno armenio (ya que sólo quedó vivo el presidente Robert Kocharian, el “impopular” de la coalición gobernante que formó con Sarkisian y Demirchian), el 24 de julio de 2000, los Gobiernos de la República de Armenia y Estados Unidos de América firmaron un acuerdo de cooperación en el campo de la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva. Y fue la firma de este acuerdo la que le brindó cobertura a la futura cooperación bilateral en el Programa de Reducción de Amenazas Biológicas.


Desde 2008, el Pentágono estableció en Armenia una docena de biolaboratorios que trabajan en el marco del Programa Biológico Conjunto de Defensa de Estados Unidos (CBEP). Oficialmente, este Programa “surgió de los esfuerzos para abordar los riesgos asociados con los agentes biológicos heredados, los materiales relacionados y la experiencia técnica desarrollada como parte del programa de armas biológicas en la antigua Unión Soviética”. En otro párrafo de su “presentación oficial” se destaca que CBEP asocia “a países en diferentes regiones del mundo y trabaja con ellos para abordar diversas amenazas a la seguridad internacional”, entre las que enumera a “las organizaciones terroristas que buscan adquirir patógenos”, a “ las instalaciones humanas (complejos industriales, etc) y agrícolas que funcionan con medidas de seguridad inadecuadas”, y a “la propagación de enfermedades con posibles consecuencias económicas o de seguridad”. Supuestamente, el proyecto debería estar desarrollando la capacidad de detectar virus y neutralizarlos rápidamente en los 25 países de todo el mundo donde está establecido.


En este marco, también Armenia estableció estrechos vínculos de trabajo y cooperación con la Agencia de Defensa para la Reducción de Amenazas (DTRA), dependiente del Departamento de Defensa (Pentágono) de los Estados Unidos, que oficialmente se presenta así: “La Agencia de Defensa para la Reducción de Amenazas (DTRA) es una agencia dentro del Departamento de Defensa de los Estados Unidos y es la Agencia de Apoyo al Combate oficial para contrarrestar las armas de destrucción masiva (químicas, biológicas, radiológicas, nucleares y explosivos). Según el Plan Estratégico para los años fiscales 2018 a 2022, la misión DTRA permite al Departamento de Defensa y al Gobierno de los Estados Unidos prepararse y combatir las armas de destrucción masiva y las amenazas improvisadas y garantizar la disuasión nuclear".


La DTRA tiene su sede en Fort Belvoir, Virginia (EE.UU), donde se concetra el 85% de los 2.000 militares y civiles que componen su plantel general. El otro 15% está distribuido en “los países asociados” como Armenia, Alemania, Azerbaiyán, Georgia, Ucrania, Kazajstán, Uzbekistán, Kenia, Corea del Sur, Japón y Singapur.

Inauguración del laboratorio en Guiumrí, año 2016

Si uno se detiene y analiza detalladamente las “funciones” de los laboratorios, “en qué marcos desarrollan su actividad” y “a quienes responden”, rápidamente, y a pesar de las presentaciones oficiales protocolares de la DTRA y CBEP, nos damos cuenta que, en parte, Armenia fue involucrada por los sucesivos gobiernos de turno -Kocharian, Sargsian y Pashinian- en la defensa de los intereses de los Estados Unidos en la región, con todo lo que ello implica.


Claro que los laboratorios pueden lograr ciertos avances científicos que favorezcan al país en distintas áreas, pero es la mínima pantalla legal que precisan para poder desarrollar la otra actividad, esa que está monitoreada desde el búnker norteamericano en Ereván, la Embajada de los Estados Unidos, que por sus características es la segunda en el mundo en cuanto al tamaño y a las condiciones de seguridad. Además, está emplazada a minutos del territorio de dos de los principales enemigos de los Estados Unidos –a decir de ellos mismos-, como lo son Irán y Rusia, y en el centro de la región donde el imperio desarrolló la mayoría de sus acciones criminales durante las últimas décadas.


Entre los muchos materiales que vamos encontrando y leyendo, que nos ayudan a interiorizarnos más en el tema, hay escritos por expertos armenios, pero también los hay en gran cantidad elaborados por investigadores internacionales y publicados por agencias de noticias o sitios web de distintos orígenes y pertenencias.


Así, llegamos a una noticia que da cuenta que el jueves 14 de julio de 2016 comenzó a funcionar en Guiumrí (ex Leninakán, ciudad armenia fronteriza con Turquía) un laboratorio de seguridad regional regular, equipado por el gobierno de los Estados Unidos. En la información oficial brindada por la Embajada de Estados Unidos en Armenia se señala que “el laboratorio Guiumri fue renovado como resultado de la cooperación entre el gobierno de los Estados Unidos y su socio, el gobierno armenio, para organizar de manera efectiva el seguimiento y el almacenamiento seguro de patógenos peligrosos en el país. El programa fortalece la capacidad de Armenia para rastrear enfermedades, proporcionando una respuesta rápida a nuevos brotes de enfermedades peligrosas para humanos o animales”.


En la misma nota se agrega que “en abril de 2016, se completó la renovación de un laboratorio regional similar en la región de Tavush, mientras que la construcción de tres estructuras adicionales ubicadas en las regiones de Lori, Gegharkunik y Siunik se completará en 2017. Todos los laboratorios regionales mencionados estarán conectados con la Estructura Central de Ereván, que fue abierta el 13 de julio de 2016 por el Ministro de Salud de Armenia, Dr. Armén Muradian, por el Ministro de Agricultura Sergo Karapetian y por el embajador de Estados Unidos en Armenia, Richard M. Mills”.


Casi un año despúes, el 13 de junio de 2017, durante una charla pública organizada por el Club de Perodistas “Tesaket” (Punto de Vista), el experto en temas de seguridad Armán Jukasian, miembro de la Asociación Civil “La Voz del Pueblo”, aseguró que “los laboratorios biológicos abiertos por los Estados Unidos en Armenia son con fines militares y tienen como objetivo desarrollar armas bacteriológicas”.


Durante su intervención, Jukasian señaló que “el número de laboratorios biológicos financiados por el Pentágono en el mundo aumentó a 400, cuando en 2010 había sólo 20”. Por aquel entonces, el expereto en temas de seguridad enfatizaba que “los laboratorios biológicos son abiertos y respaldados por los Estados Unidos, en particular, y financiados por la Agencia de Reducción de Amenazas (DTRA). En los últimos 7 años aparecieron laboratorios en Ucrania, Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Moldavia, Kazajstán y Uzbekistán. Estos laboratorios reciben financiación y ayuda de la estructura militar, del Pentágono, y sus actividades están clasificadas, es decir, son secretas”.


Jukasian señaló que Estados Unidos asignó fondos bastante importantes para el mantenimiento de estos laboratorios y puso como ejemplo que el de Ucrania recibió 175 millones de dólares, el de Georgia 150 millones y el de Kazajstán 130 millones de dólares.


“Tres de estos laboratorios operan en Armenia”, informaba Jukasian en junio de 2017, y detallaba que lo hacían en las ciudades de Ereván, Guiumrí e Icheván. “Sin lugar a dudas, Estados Unidos, al gastar esos fondos, persigue objetivos políticos y militares serios. El objetivo es uno: crear en todos los países anteriores los tipos de armas biológicas que se adaptarán al área. El Pentágono está creando nuevos tipos de efectos biológicos en cada uno de los países mencionados y, desde luego, no le preocupa el estado de salud de la población de estos países”, sentenció Jukasian, según quien la principal potencia imperialista y criminal del planeta asignó 18 millones de dólares para establecer esos laboratorios de referencia en Armenia.


Más acá en el tiempo y haciendo referencia a la presencia de estos laboratorios en los países de la ex URSS, la vocera de la Cancillería de Rusia María Zakharova decía el 17 de abril de este año, que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia tenía información sobre los laboratorios estadounidenses fuera de los Estados Unidos y afirmaba que “no se puede descartar que en tales laboratorios de referencia, los estadounidenses estén trabajando en la creación de diversos patógenos de enfermedades peligrosas, incluso con fines militares, que representan un peligro mortal para los humanos”.

Este es el biolaboratorio del Pentágono en Tiflís, Georgia

Más duro y preciso fue el Canciller ruso Lavrov, quien el 18 de mayo de este año señala en una conferencia de prensa que “Estados Unidos ha establecido laboratorios de investigación biológica en los países vecinos de China y Rusia, y es reacio a divulgar el contenido de los experimentos. Su comportamiento y propósito son sospechosos”.

Si bien a lo largo de estos años Rusia denunció de manera sistemática este accionar norteamericano en la región, la ofensiva rusa contra estos laboratorios y su funcionamiento bajo la égida de los Estados Unidos tomó impulso a fines del año 2018, cuando un grave accidente ocurrió en uno de los laboratorios que funcionan en Georgia, república limítrofe con Armenia.


A mediados de diciembre de 2018, el ex ministro de Seguridad de Georgia, Ígor Guiorgadze, denunció que más de 190 personas fallecieron entre 2015 y 2016 en un laboratorio estadounidense establecido en Georgia, en el que, según informes rusos, se realizan experimentos en humanos. En octubre del mismo año, el jefe de las Tropas de Protección Radiológica, Química y Biológica de Rusia, Ígor Kirílov, reveló que en el laboratorio georgiano se efectuaban pruebas con la sustancia Sovaldi, de una empresa vinculada al ex secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld. Y si bien Georgia y Estados Unidos negaron todas las acusaciones, ya todos sabemos a qué equivale una “negativa yanqui”.


El laboratorio al que se hace mención es el Centro de Salud Pública de Georgia y Estados Unidos, que lleva el nombre de Richard Lugar Center, fue abierto en 2011 cerca de la capital georgiana, Tiflis, a solo 17 km de la base aérea militar estadounidense Vaziani, y es el biolaboratorio del Pentágono en Georgia.


Cada quien de los y las lectoras de NOR SEVAN sacará sus propias conclusiones, pero seguramente habrá coincidencia en que éste es un tema por demás preocupante, que hace a la seguridad y al futuro de la existencia misma de Armenia y su gente, y que es mucho más amplio de lo que aquí intenté acercarles.


Por eso, esta historia no concluye, sino que se mantendrá abierta y a través de este medio iremos acercándoles novedades al respecto.


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