Armenia: el acuerdo de paz, las relaciones internacionales y una situación que sigue inestable
Más allá de los intentos del gobierno de Pashinian por convencer a todos de que Armenia está mejor que antes, la realidad nos muestra una situación distinta. Ereván está cada día más aislada y sin margen de negociación.
Por Adrián Lomlomdjian
Finalizada la guerra de septiembre-noviembre de 2020 y con la firma de la declaración tripartita entre los líderes de Armenia, Azerbaiyán y Rusia -Pashinian, Aliyev y Putin-, en medio del dolor y la angustia lógicas que se siente siempre que existe una confrontación bélica a gran escala, los pueblos de la región del Cáucaso y los armenios del mundo sentimos alivio, porque el cese de fuego significaría el fin de la muerte de más jóvenes, más allá de las pérdidas territoriales y de derechos que significó el avance triunfante del ejército azerbaiyano, que logró ser detenido por la mediación e intervención de Rusia antes de ocupar Stepanakert y toda Karabaj.
Tal como quedó establecido en el documento firmado el 9 de Noviembre de 2020, la rápida llega a Artsaj de las fuerzas rusas para el mantenimiento de la paz, que con cerca de tres mil efectivos estableció más de una veintena de postas fronterizas entre Artsaj y Azerbaiyán y tomó a su cargo el control de las carreteras y del paso entre Artsaj y Armenia, también permitió que más de cien mil ciudadanos de Karabaj, que habían encontrado refugio en Armenia durante la guerra, volvieran a sus hogares y retomaran sus vidas y quehaceres cotidianos en el territorio donde nacieron y donde vivieron por siglos sus antepasados.
Pero algo oscuro se estaba gestando entre sombras, a espaldas del pueblo de Artsaj. Y, lamentablemente, el gobierno liderado por Nikol Pashinian tuvo en la concreción de ese nefasto proyecto para los armenios, el rol de punta de lanza de Occidente (Estados Unidos-Gran Bretaña-Unión Europea-OTAN).
Así, mientras Moscú garantizaba que en Artsaj la gente comenzara a creer que era posible un futuro próspero y con paz en su tierra, Ereván tejía alianzas “non-santas” con Occidente, Azerbaiyán, Turquía y el sionismo, comenzando a llevar a Armenia y Karabaj hacia el precipicio a donde siempre te invitan los enemigos de los pueblos.
Unos tras otros se fueron sucediendo los hechos que concluyen con la entrega definitiva de Artsaj a Azerbaiyán y con la casi segura firma de un tratado de paz con Azerbaiyán, que nada tiene que ver con los intereses legítimos y los derechos del pueblo de Armenia.
Enumerarlos sería interminable, pero fueron una sucesión -que aún no termina- de acciones y declaraciones que buscaron, y buscan, expulsar a Rusia del Cáucaso, en general, y de Armenia, en particular, y atar definitivamente los destinos de Armenia y su gente a los intereses espurios y antipopulares de Occidente.
Un sector importante de la población armenia y de las comunidades armenias de la diáspora resisten y enfrentan esta política antiarmenia llevada adelante por el gobierno de Pashinian. También lo hace Rusia, que trata de mantener abiertos los canales de diálogo con la autoridades de Ereván, más allá de la permanente retórica agresiva utilizada por la administración armenia y de las acciones plagadas de antirusismo que ocurren a diario.
Lo sucedido en esta semana, es una muestra en escala de lo que estamos narrando en esta nota y del estado actual de la disputa existente entre Occidente/Pashinian y sus seguidores, por un lado, y Rusia/sectores opositores armenios, por el otro.
El lunes, James O'Brien, subsecretario de Estado de Estados Unidos para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, decía que “existe una posibilidad real de establecer la paz entre Azerbaiyán y Armenia” y manifestaba su alegría por el “diálogo directo y mediado entre las dos partes”. Para el funcionario yanqui, “el establecimiento de la paz será una oportunidad real para beneficiar a toda la región. Por ejemplo, si es posible dirigir el flujo comercial desde Asia Central a través de Azerbaiyán y Armenia hacia Turquía, será un incentivo importante para todos los países que estén en esa ruta comercial. Celebramos que exista la oportunidad de ser parte de todo eso”.
¿Estaremos equivocados o James O’Brien nos está hablando del proyecto panturquista?
Pero para demostrar un poco de “equidad”, el Subsecretario de Estado subrayó que su país “no permitirá que se abran por la fuerza las rutas comerciales”, como para parecer que está advirtiendo a Bakú de no intentar usar la fuerza contra Armenia por el denominado Corredor de Zanguezur. “Si se decide implementar la forma no pacífica, tendremos que utilizar todas las herramientas a nuestro alcance para evitar la creación de dicha ruta comercial”, dijo, queriendo parecer más determinante.
También el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, tuvo esta semana bastante participación en este tema. Entre lunes y martes mantuvo conversaciones telefónicas con el primer ministro de la República de Armenia, Nikol Pashinian, y con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev.
Con Pashinian hablaron sobre los esfuerzos para lograr la paz entre Armenia y Azerbaiyán, y sobre el apoyo de Washington a la soberanía y la integridad territorial de Armenia. En un comunicado difundido por el Departamento de Estado de Estados Unidos, se señala: “Discutieron la ayuda de Estados Unidos a los esfuerzos por lograr un acuerdo de paz duradero y honorable entre Armenia y Azerbaiyán. El Secretario de Estado reafirmó el apoyo continuo de Estados Unidos a la soberanía y la integridad territorial de Armenia y enfatizó los esfuerzos para ampliar la cooperación bilateral con Armenia a medida que avanzamos en la elaboración de un futuro próspero y democrático”.
Con respecto a esta conversación telefónica, la oficina de prensa del primer ministro armenio informó oficialmente lo siguiente: “ El primer ministro Nikol Pashinian mantuvo una conversación telefónica con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken. Los interlocutores discutieron temas relacionados con la agenda de las relaciones tanto regionales como bilaterales. En particular, se hizo referencia al proceso de normalización de las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán. También se discutieron los problemas humanitarios de más de 100.000 personas desplazadas por la fuerza en Nagorno Karabaj y las medidas adoptadas por el gobierno armenio para superarlos. Se destacó la importancia del apoyo de la comunidad internacional”. Hasta aquí, la comunicación oficial armenia.
Durante el diálogo telefónico con el mandatario azerbaiyano, Blinken acogió con satisfacción el “compromiso del presidente Aliyev con un acuerdo de paz fuerte y honorable entre Azerbaiyán y Armenia”, dijeron desde Washington.
"El Secretario de Estado reconoció que este largo conflicto ha causado sufrimiento tanto a los azerbaiyanos como a los armenios, y enfatizó los beneficios que la paz puede traer a todos en la región", se señala en el comunicado del Departamento de Estado.
También Bakú difundió su versión oficial del diálogo mantenido entre Blinken y Aliyev. “Durante la conversación telefónica, el presidente Ilham Aliyev afirmó que las últimas declaraciones y acciones emprendidas por Estados Unidos han dañado gravemente las relaciones entre Azerbaiyán y Estados Unidos”, dice la declaración azerbaiyana, donde se subraya que el presidente Aliyev catalogó de tendenciosas y que “no reflejaban la realidad”, las declaraciones realizadas sobre Azerbaiyán por el subsecretario de Estado de Estados Unidos, James O'Brien, en la audiencia del Subcomité sobre Europa del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes el 15 de noviembre de 2023.
Aliyev hizo hincapié en que la parte azerbaiyana tomó nota de la declaración sobre la cancelación de los contactos de alto nivel con Azerbaiyán y recordó que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán emitió una declaración sobre este asunto el 16 de noviembre, informando que Azerbaiyán había cancelado a su vez todas las visitas de alto nivel provenientes de los Estados Unidos.
La información oficial azerbaiyana agrega que “con el fin de normalizar las relaciones, el secretario Blinken ha pedido que se permita la visita del subsecretario de Estado estadounidense James O'Brien en diciembre a Azerbaiyán”, a lo que Aliyev accedió “con la condición de que después de esta visita se levante la prohibición infundada de las visitas de altos funcionarios azerbaiyanos a Estados Unidos”. Y Blinken aceptó.
El martes, desde el Kremlin, el vocero presidencial ruso Dmitry Peskov, aseguraba que “algunos países occidentales están tratando de desestabilizar la situación en torno a Karabaj y luchan a cara descubierta contra Rusia en la región”.
El funcionario moscovita sostuvo que “probablemente hace tres, cuatro o cinco años, se libró una lucha similar pero enmascarada y en la esfera de la diplomacia” y reiteró que a través de sus declaraciones y acciones queda más que claro que los políticos occidentales están intentando “expulsar a las fuerzas de paz rusas” de Karabaj y “a los militares rusos de la región, rompiendo los lazos entre Rusia y Armenia”.
Pero lejos se encuentran los políticos y autoridades de tuno para apostar verdaderamente y trabajar con conciencia por la paz y el establecimiento de relaciones fraternas y de solidaridad entre los pueblos. Para eso, fundamentalmente, hay que comenzar a educar a las nuevas generaciones en esa mentalidad, cambiando objetivos, estructuras y formas que nos han conducido al mundo y al momento actual, y que siguen siendo utilizadas por autoridades, funcionarios de la mayoría de los Estados y políticos de todos los colores, que hablan de paz, derechos humanos, democracia, justicia y solidaridad, y se la pasan a diario sosteniendo y fortaleciendo gobiernos que todo lo avasallan, mientras reproducen cínicamente discursos de odio.
En esa línea de acción, ni Armenia ni Azerbaiyán pierden oportunidad de intentar fortalecer sus posiciones en los ámbitos internacionales, actitud que le viene como anillo al dedo a las potencias que luchan por sostener su presencia geopolítica en los lugares que consideran estratégicos y por perpetuar su dominio -político, militar y económico- en la mayor cantidad de países y continentes posibles.
Por eso, los Cancilleres de Armenia y Azerbaiyán viajaron a la ciudad de Skopje, Macedonia del Norte, para participar de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, en la que los miembros de la organización deberán acordar los nombramientos para varios puestos clave, incluido el de secretario general. Ambos ministros mantuvieron encuentros bilaterales con sus pares de los distintos países europeos y de los Estados Unidos, y también intervinieron en la sesión plenaria de Ministro.
“Armenia sigue lista para las negociaciones. Necesitamos que Azerbaiyán deje de rechazar las propuestas de los mediadores para reunirse y finalizar un tratado de paz”, afirmó Mirzoyan durante su intervención, recordando que Ereván está a favor de concluir un acuerdo de paz basado en estos principios: el reconocimiento mutuo de la integridad territorial de cada uno por parte de Bakú y Ereván; la delimitación y luego demarcación de fronteras basada en la Declaración de Alma-Ata de 1991 sobre los principios y objetivos de la CEI; la apertura de las comunicaciones en la región sobre la base del reconocimiento de la soberanía, jurisdicción, legislación, igualdad y reciprocidad de los países.
“La parte armenia reafirma su compromiso con los principios enumerados y demuestra su disposición a tomar medidas prácticas en esta dirección”, añadió el Ministro de Asuntos Exteriores de Armenia, que también confirmó la disposición de su país a aplicar en las próximas semanas la decisión de abrir la frontera con Turquía a ciudadanos de terceros países y titulares de pasaportes diplomáticos.
“La responsabilidad de la salida de la región de la población armenia de Karabaj recae en las autoridades armenias”, afirmó el ministro de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán, Cheyhun Bayramov, durante su reunión con la secretaria general de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Helga Schmid.
El Canciller azerbaiyano informó sobre las acciones militares llevadas adelante por su país en Karabaj durante septiembre de este año -las llamó “medidas antiterroristas”-, dijo que durante las mismas no hubo hechos de violencia contra civiles -según él, esto fue confirmado por representantes de organismos internacionales- y responsabilizó a Armenia por la salida de los pobladores de Karabaj de sus territorios.
Como podemos apreciar, por más que desde el gobierno de Armenia intenten convencer a sus ciudadanos y a las comunidades de la diáspora que existe seguridad para el país y sus habitantes, y que estamos encaminados hacia una paz con justicia y hacia la recomposición de relaciones con aquellos países vecinos con los cuales se mantienen controversias y disputas, la realidad nos indica que nada es como lo presentan las autoridades de Ereván.
Armenia está cada más cerca de volver a su condición de “desgraciada y sin dueño”, que ser la “Renacida Madre Patria de todos los armenios”.
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